2022-05-09 16:04:04
Estar en la iglesia no es sinónimo de estar cerca de Dios, podemos estar en la iglesia, pero nuestro corazón lejos de Él.
Los hijos de Eli servían en un lugar de privilegio, eran sacerdotes en la casa del Señor, pero a pesar de ello no tenían temor de Dios.
Eran unos sinvergüenzas porque a través de su codicia, violencia e intimidación hacían que otros ya no volvieran ni llevaran ofrendas al Señor.
Eran hombres impíos que no le tenían respeto al Señor ni a sus obligaciones sacerdotales. Cada vez que alguien ofrecía un sacrifico a Dios, del animal sacrificado la mejor parte era entregada al Señor, para que recibiera lo mejor y lo hiciera primero, antes que otros. Pero en su orgullo, los hijos de Elí tomaban para ellos la mejor porción, antes de entregarle al Señor.
Los hijos de Eli, a pesar de estar en la casa de Dios, no respetaron el altar del Señor y dejaron que el pecado los llevara a tomar decisiones muy lamentables. Abusaron de su autoriadad en el templo y estaban cometiendo inmoralidades sexuales con las mujeres que venían a adorar al tabernáculo.
Eli les habló a sus hijos de las consecuencias del pecado, pero ellos no obedecieron. No les importó cambiar e hicieron oídos sordos a las advertencias de Dios por medio de su padre. Como consecuencia, no pudieron escapar de la paga del pecado que es la muerte.
“Elí era ya muy anciano; y oyó todo lo que sus hijos estaban haciendo a todo Israel, y cómo se acostaban con las mujeres que servían a la entrada de la tienda de reunión, y les preguntó: «¿Por qué hacen estas cosas, las cosas malas de que oigo hablar a todo este pueblo? No, hijos míos; porque no es bueno el informe que oigo circular por el pueblo del Señor. Si un hombre peca contra otro, Dios mediará por él; pero si un hombre peca contra el Señor, ¿quién intercederá por él?». Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque el Señor quería que murieran.”
1 Samuel 2:22-25 NBLA
Dios siempre va a hablarnos una y otra vez para hacernos dar cuenta que estamos obrando mal, para que podamos corregirnos. Pero, si ignoramos las advertencias de Dios terminaremos mal.
No hay que tolerar el pecado ni debemos dejar que avance, porque podemos llegar a ser esclavos del pecado.
Abramos nuestro corazón completamente ante Dios y pregúntenosle si hay algún pecado desconocido o no percibido. Así como David lo hizo.
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna.”
Salmos 139:23-24 NTV
En amor,
Raul & Rocio Borboa
CDO LONDRES
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