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De hecho, esta vez tuve la impresión de que una de las velas, | 🔥ALMAS DEL PURGATORIO🔥

De hecho, esta vez tuve la impresión de que una de las velas, que estaba en frente de la imagen de Nuestra Señora de Gracia, había caído. Con ganas de ver lo que estaba sucediendo en el altar, me puse de pie, me acerqué a la reja y vi, a la sombra de la luz de la lámpara del Tabernáculo, un hermano joven haciendo un poco de limpieza.

Yo pensé que él era el Padre Leone que estaba reestructurando el altar; y como ya era la hora de la cena, me acerqué a él y le dije: «Padre Leone, vaya a cenar, no es tiempo para desempolvar y reparar el altar».

Pero una voz que no era la voz del padre Leone me contestó: «yo no soy el Padre Leone, y, ¿quién es usted?», le pregunté. «Yo soy un hermano suyo que hice el noviciado aquí, mi misión era limpiar el altar durante el año del noviciado. Desgraciadamente en todo ese tiempo, yo no reverencié a Jesús Sacramentado, Dios Todopoderoso, como debí haberlo hecho, mientras pasaba delante del altar, causando gran aflicción al Sacramento Santo por mi irreverencia, puesto que El Señor se encontraba en el tabernáculo para ser honrado, alabado y adorado. Por este serio descuido, yo estoy todavía en el Purgatorio. Ahora, Dios, por su misericordia infinita, me envió aquí para que usted decida el tiempo desde cuándo yo podré disfrutar del Paraíso. Y para que usted cuide de mí».

Yo creí haber sido generoso con esa alma en sufrimiento, por lo que exclamé: «usted estará mañana por la mañana en el Paraíso, cuando yo celebre la Santa Misa»".

 
Un día estaba el Padre Pío en el monasterio charlando con otro compañero monje. Ya era muy tarde y el Padre Pío decidió levantar la sesión ya que él se encargaba de cerrar todas las puertas, de apagar las luces, etc. Se va su compañero a dormir y el Padre Pío atranca la puerta de la entrada, pero cuando vuelve por el pasillo se da de bruces con un señor de gafas y corbata. Un tipo normal, como de la calle. El Padre Pío le preguntó quien era y como había entrado, si estaban las puertas cerradas. El caballero le contestó que él había entrado por la puerta. Total que este señor le ruega que no le eche, que sólo quiere hablar un minuto con el Padre Pío. Se presenta, le da pena y le invita a entrar en una salita para charlar. El hombre se desahoga y le dice que está sufriendo muchísimo porque tiene un problema familiar muy grave. Toda su familia está peleada por su culpa y no sabe como solucionarlo. El P.Pío le explica un poco cómo debe de orar, que tiene que pedir perdón a Dios lo primero, reparar con la oración y con sacrificios. En fin, que le anima y da esperanza a este señor de gafitas y corbata. Ya cuando terminan de hablar el P.Pío le invita a salir. El señor se muestra muy agradecido. Y cuando están saliendo por la puerta hacia el pasillo, el P. Pío se da la vuelta para dejarle pasar. Cuando vuelve a mirar el señor había desaparecido. Y el P. Pío, que era muy gracioso y tenía un carácter muy alegre dijo: _«Dios mío, otra alma del purgatorio, sólo me pasan a mí estas cosas»._