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Noche de cuerdas En principio era una noche como cualquier ot | Fear Itself 🖤💀🔥

Noche de cuerdas

En principio era una noche como cualquier otra, día entre semana, miércoles o jueves, no recuerdo bien. Se habían quedado en el hotel mis compañeros de trabajo y yo nunca lleve bien eso de acostarme pronto estando en Madrid.

Me habían hablado de un sitio dónde hacían talleres de cuerdas y de otras actividades relacionadas con BDsM y sin saber muy bien sí ese día habría algo allí, me dirigí a ese lugar (total de todas formas me apetecía una cerveza y solo estaba a tres paradas de metro de donde yo me encontraba), este era el soniquete que me repetía a mí mismo cuando salía de la boca del metro.

A unos 150 m. de Antón Martín topé con el lugar, diez de la noche y por un casual mi dresscode coincidía bastante con los usuarios que fumaban fuera del recinto, (vaqueros oscuros y polo de manga corta y zapatos, ambos negros)

Saqué tabaco, me apetecía el olor a humo en ese momento, además eso me permitía también dar un pequeño vistazo al personal que me rodeaba, siempre repetía esa rutina cuando estaba fuera de lo que habitualmente controlaba, curioso elenco de personas el que allí había, desde luego!

Me pidieron fuego; no me sonó a excusa pues cigarrillo en mano aquella chica parecía medio convincente (no suelo fiarme mucho de casi nadie). Yo terminé mi marlboro y entré en el local, me apetecía una Cruzcampo fría, pero no hubo suerte, me ofrecieron Mahou y yo muy en mi papel de negociador quise una Estrella, pero tampoco, era o Mahou o una cerveza tostada de importación, que fue al final la que la mujer de la barra me ofreció en forma de tercio con una sonrisa en sus labios.

Fumado y en proceso de bebida, me acomodé en la barra. Miraba a un lado y a otro, era mi primera vez en ese sitio y mis ojos estaban ávidos de información. Desde mi privilegiado rincón contemplaba todo el local. Había cuatro parejas siguiendo las instrucciones de un hombre maduro, por lo canoso, quizás algo mayor que yo, que infundía respeto, no tanto por lo que decía, que también, sino sobre todo por como lo decía.

Era interesante ver cómo los chicos se afanaban con los diferentes nudos y como ellas obedecían y se dejaban enredar en las cuerdas que ellos tímidamente iban posando sobre sus ropas. No había Dóminas en el grupo, ni sumisos varones, al menos no las había entre las personas que tomaban parte activa del taller.

Que buena estaba la jodida! (La cerveza)... Ese era mi pensamiento cuando de nuevo reparé en la chica que me pidió fuego antes. Morena, más bien bajita, delgada y con una boca bien dibujada e inusualmente grande para su cara. Cerca de metro ochenta, fuerte por los deportes de contacto que habitualmente practico y con cara de pocos amigos, tal era la pareja que en mi mente formábamos ella y yo.

Se acercó o me acerqué, no lo recuerdo bien (maldita cerveza!)...había cuerdas a disposición de cualquiera que no le importara pasar la vergüenza propia del momento. No fue premeditado, sucedió sin más, ambos estábamos allí y obviamente el tema en cuestión nos interesaba, de fondo un murmullo incesante sobre el que de vez en cuando sobresalían las voces del instructor de la clase, al que desde el momento que lo vi desenvolverse le consideré Máster en esa materia. Y sí, haberlos haylos, (los Máster), solo que no siempre son reconocidos quienes se lo merecen y en cambio sí los que se autoproclaman, pero eso ahora no viene al caso.

Quieres?

Puedo?

No sé qué palabras usé, ni tampoco si su respuesta fue más allá de un asentimiento de cabeza, solo se que me vi cogiendo una de las cuerdas y me la pasé detrás del cuello, sin darle importancia. Me acerqué a ella por detrás y le dije que separara un poco las piernas mientras la rodeaba con mis brazos juntando sus manos como si fuera a rezar, a la par que la abrazaba desde ahí intentando infundir así la tranquilidad necesaria que ambos necesitábamos.