2023-05-02 23:00:00
3 de mayo de 2023
Fiesta de San Felipe y Santiago, apóstoles
“No decaer en la evangelización”
Jn 14,6-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.” Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” Jesús le replica: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.”
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” ¡Ésta es la palabra decisiva del Señor, en la cual debe orientarse todo!
Por supuesto que es necesario entender correctamente esta frase, porque no significa que toda persona que no haya conocido el mensaje de la salvación y, en consecuencia, tampoco haya tenido un encuentro con Jesús, esté necesariamente condenada. ¡Dios sabrá cómo juzgar cada situación justamente! Pero esto de ningún modo puede reducir nuestro celo; sino más bien acrecentar nuestra gratitud para con Dios.
La seria pregunta que debemos plantearnos es si verdaderamente hemos interiorizado el impulso que trae consigo esta palabra del Señor: Se trata de que al que busca, le señalemos el camino a Jesús; al que pregunta por la verdad, le anunciemos al Señor; y al que tiene sed de vida, le mostremos la fuente.
¿Cómo podremos evitar que decaigan nuestros esfuerzos en pro de la evangelización?
En primer lugar, es importante que profundicemos más y más en el hecho de que la misión es un encargo, y no una cuestión de gustos o una decisión personal. Transmitir la Palabra significa dar vida, porque “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4).
Sin caer en escrúpulos o en una especie de “estrés de evangelización”, debemos estar conscientes de que, en cierto nivel, el anuncio es una medida para salvar vidas. La vida divina ha de
despertar, habitar y ser preservada en el hombre. El
“despertar” de la vida divina sería, por así decir, la primera evangelización, la siembra de la Palabra, el ir en busca de aquellos que no conocen la vida y están aún en sombra de muerte. Después, para que la vida divina
habite en el hombre que la ha hallado, hay que ayudarle a cultivarla para que pueda crecer. Finalmente,
preservar la vida divina significa protegerla de todo ataque, tanto de fuera como de dentro, y aferrarse a la fe.
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