Get Mystery Box with random crypto!

de Adriano el general romano, cuando la tierra de su nacimient | Jesús, el Verbo de Dios

de Adriano el general romano, cuando la tierra de su nacimiento estaba prohibida a los judíos.(Eusebio)

(v 24) "Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan."

Desde el comienzo de la historia de la nación judía, Dios a través de sus siervos les advirtió claramente que si ellos se comportaban de forma infiel y perversa esto les traería terribles retribuciones, especialmente las palabras fuertes de Dt 28:15-68
No hay ninguna forma de calamidad que haya visitado a los judíos durante la guerra entre judíos y romanos, no mencionada aquí en Deuteronomio (Geldenhuys)

Es por eso que nuestro Señor lloró por Jerusalén, Lc19:41-44, porque pudo ver la devastación masiva que vendría sobre esta ciudad que amaba,
Cuando los romanos terminaron con Jerusalén en el 70 d.C, ni un solo judío fue dejado con vida en la ciudad.
Los romanos eventualmente nombraron a la ciudad Aelia Capitolina, y por muchos años no permitieron que un judío entrara a lo que solía ser la ciudad de Jerusalén, con la excepción de un día al año: el aniversario de la caída de la ciudad y la destrucción del templo, cuando los judíos eran invitados a venir y llorar amargamente.(Guzic)

Los judíos llenaron toda la tierra, llegando hasta los confines de ella, y cuando su tierra estaba habitada por extraños, ellos solos no podían entrar en ella.

De lo cual ciertamente hace mención el Apóstol cuando dice: "La ceguera en parte le ha acontecido a Israel, y así todo Israel será salvó". la cual, cuando haya obtenido la salvación prometida, no espera temerariamente volver a la tierra de sus padres.(Beda)

Ahora, espiritualmente, la abominación desoladora es la venida del Anticristo, porque con un sacrilegio de mal agüero contamina los rincones más recónditos del corazón, sentándose literalmente en el templo, para reclamar para sí el trono del poder divino.
Pero según el significado espiritual, está bien introducido, porque quiere grabar firmemente en los afectos la huella de su incredulidad, disputando con las Escrituras que él es Cristo.
Entonces será el día del Señor, ya que como su primera venida fue para redimir el pecado, así también su segunda venida será para subyugar la iniquidad, para que no sean más los que se desvíen por el error de la incredulidad.
También hay otro Anticristo, es decir, el Diablo, que está tratando de sitiar a Jerusalén, es decir, el alma pacífica, con las huestes de su ley. Entonces, cuando el diablo está en medio del templo, hay una desolación de abominación.
Pero cuando la presencia espiritual de Cristo ha resplandecido sobre alguien en problemas, el injusto es echado fuera, y la justicia comienza a reinar.
También hay un tercer Anticristo, como Arrio y Sabelio y todos los que con malos propósitos nos desvían.
Pero éstas son las que están encintas, a quienes se les denuncia el dolor, las que agrandan el tamaño de su carne, y el paso de lo más íntimo del alma se vuelve lento, como los que están agotados en la virtud, preñados de vicio. Pero tampoco escapan a la condenación los que están encinta, los que aunque firmes en la resolución de buenas obras, aún no han dado frutos de la obra emprendida.
Estos son los que conciben por temor de Dios, pero no todos dan a luz. Porque hay algunos que lanzan la palabra abortiva antes de dar a luz.
También hay otros que tienen a Cristo en el vientre, pero aún no lo han formado. Por tanto, la que da a luz la justicia, da a luz a Cristo.
Apresurémonos también a criar a nuestros hijos, no sea que el día del juicio o de la muerte nos encuentre como a padres de una descendencia imperfecta.
Y esto harás si guardas todas las palabras de justicia en tu corazón, y no esperas el tiempo de la vejez, sino que en tus primeros años, sin corrupción de tu cuerpo, concibes rápidamente la sabiduría, la alimentas rápidamente.

Pero al final toda Judea será sujetada a las naciones que han de creer, por boca de la espada espiritual, que es la Palabra de dos filos.(Ambrosio)