2022-01-15 23:11:35
Tomado del perfil de Saily González en Facebook.
—
¿Ustedes se acuerdan del Tío Scar de “El Rey León”?
Eso fue lo que me recogió a mi ayer en el auto blanco particular. Este también tiene los ojos azules y cara de hijo de p….a. El Tío Scar venía acompañado de sus secuaces las leonas con caras de guaricandillas. ¿O eran hienas? A los trintisiempre es difícil recordar bien las películas de la infancia.
El Tío Scar chirrió goma cuando me vio doblar la esquina de mi casa. Levantó una tremenda cantidad de polvo, porque las calles (de los revolucionarios) de por mi casa, han perdido ya el asfalto.
En lo que el Tío Scar se bajaba se me tiraron las tres leonas con caras de guaricandillas… para lo primero que se tiran es para el celular. Le tienen terror a las directas. Me dio tiempo a empezarla, pero ellas eran más (cuatro leonas contra mi para ser axacta) y enseguida me lo quitaron, supongo que lo hayan apagado de inmediato. Nótese que ya estos adefesios saben cómo apagar un Iphone, y ofrezcámosles un aplauso deportivo.
Aún no sé por qué el Tío Scar me propinó una torcedura en la mano derecha… si yo no me resistí en lo absoluto a esta detención arbitraria. Tuve que llamarle la atención para que dejara de excederse en el uso de la fuerza contra mi que, no sé si saben, mido 1.64cm y peso 52kg. Por suerte me hizo caso y fuera de la mano derecha hinchada, mi mano más querida por cierto, no tengo más daños físicos.
Creo que el Tío Scar es el nuevo agente que “me atiende”. Fue el mismo que me interrogó el día en que me secuestraron los cinco machangos. La verdad es que fallaron al asignarme un represor violento. Yo con esa gente no tranzo. Lo mío es la pacificancia y a la violencia le respondo con sarcasmo, porque la violencia tiembla ante el sarcasmo.
En el trayecto hacia donde después supe que era Instrucción Penal, pues a mi nadie me dijo ni su nombre, ni el por qué me llevaban, ni para dónde (trato hacia los ciudadanos por parte de los agentes de la policía política que no es para nada una rareza en #Cuba), tuve la oportunidad de llamarle a todos lo que eran: esbirros, represores y feos. Una de las leonas ostentaba notablemente este último calificativo.
Una vez en Instrucción y luego de algunas payasadas verbales por parte de las leonas que ya se habían convertido en hienas por la manera en la que reían, y que a mi la verdad es que me da vergüenza ajena contarlas, fui recibida por un bulto de guarapitos de diferentes rangos (para mi guarapito es todo lo que venga vestido de verde). Yo no dejé de realzar su buen trabajo en este sentido con la frase, en voz alta: “Uf, ¡qué recibimiento!”, y de inmedito me pasaron a lo que debe ser el cuarto frío. En este caso el cuarto frío no estaba muy frío por el mal funcionamiento en que resulta la longevidad del aparato enfriador.
Ahí me esperaba la muchacha Claudia de uniforme verde que anotaba cosas sobre mi, cosas sencillas, nada serio: nombre, carnet de identidad, para dónde iba cuando me “detuvieron”, dónde estudié, dónde trabajaban mis padres, cómo me llevaba con ellos… y si estaba de acuerdo con el proceso revolucionario. Esta pregunta era de sí o no, y como que no podía argumentar mi respuesta tuve que responder que no sabía a qué se refería con tal cosa como el proceso revolucionario.
Enseguida apareció la guajira Yamilé de uniforme azul, que no sabe nada del 15N, ni de Archipiélago, ni de lo que yo publico en redes sociales, lo de ella es imputarme delitos sin pruebas. A Yamilé la conozco porque es la instructora a cargo de mi caso (aún abierto según me contó) de actividad económica ilícita y receptación. Ella no es muy coherente, empieza a hablar de una cosa y termina en otra, tampoco le gusta que la interrumpan, aunque interrumpe a uno todo el tiempo diciendo “permiso”, por lo que resulta muy difícil dialogar. Yamilé tampoco sabe que el artículo 54 de la Constitución de la República me da derecho a expresarme libremente, porque Yamilé no sabe andar en la aplicación que tiene en el teléfono con la Constitución.
276 views20:11