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sólo a los culpables, sino con atar el reproche también a la r | Jesús, el Verbo de Dios

sólo a los culpables, sino con atar el reproche también a la religión cristiana.
°Se habla mal de la gloria de Dios porque así como nuestras buenas obras hacen que el nombre de Dios sea glorificado, nuestros pecados hacen que sea blasfemado.
°El objeto del reproche se confunde y se vuelve más temerario e inamovible.
°El gobernante mismo está sujeto a castigo por decir cosas que no son decentes.(Chris)

(v 12) "Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo".

Nos conviene no sólo evitar el mal, sino también hacer el bien; y así después de haber dicho, No soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, añade algo a modo de contraste, Ayuno dos veces a la semana.
A la semana la llamaron Sábado, desde el último día de descanso. Los fariseos ayunaron el segundo y el quinto día. Por lo tanto, estableció el ayuno contra la pasión del adulterio, porque la lujuria nace de la lujuria; pero a los ladrones y usureros les opuso el pago de los diezmos; como sigue, "doy diezmos de todo lo que poseo"; como si dijera: Tan lejos estoy de caer en la extorsión o herir, que incluso renuncio a lo que es mío.(Teófilo)

Así que fue el orgullo lo que puso al descubierto a sus astutos enemigos la ciudadela de su corazón, que la oración y el ayuno habían mantenido cerrada en vano. De nada sirven todas las demás fortificaciones, mientras haya un lugar que el enemigo haya dejado indefenso.(Greg)

Sube ciertamente a orar, pero en lugar de pedir a Dios, se alaba a sí mismo; e incluso insulta al que pregunta.
El publicano, por el contrario, empujado lejos por su conciencia herida, es acercado por su piedad.(Ago)

(v 13) "Y el publicano, estando de lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador".

Aunque se dice que se puso de pie, el publicano aún difería del fariseo, tanto en sus modales como en sus palabras, así como en su corazón contrito.
Porque temía alzar los ojos al cielo, pensando que no eran dignos de la visión celestial los que habían amado contemplar y andar tras las cosas terrenas. También se golpeó el pecho, golpeándolo como si fuera a causa de los malos pensamientos, y además despertándolo como si estuviera dormido.
Y así buscó solamente que Dios se reconciliara con él: "Dios, sé misericordioso" (Teófilo)

Él escuchó las palabras, que yo no soy como el publicano.
No estaba enojado, sino compungido en el corazón.
Uno descubrió la herida, el otro busca su remedio.
Que nadie presente una excusa tan fría como, no me atrevo, me avergüenzo, no puedo abrir la boca. Los demonios tienen ese tipo de miedo. El diablo desearía cerrarles todas las puertas de acceso a Dios.(Chris)

¿Por qué, pues, os maravilláis de que Dios perdone, puesto que Él mismo lo reconoce?
El publicano se quedó lejos, pero se acercó a Dios. Y el Señor estaba cerca de él, y lo escuchó, porque el Señor está en lo alto, pero se fija en los humildes.
No levantó ni los ojos al cielo; para ser mirado, no, se miró a sí mismo. La conciencia lo agobiaba, la esperanza lo levantaba, se golpeaba el pecho, se juzgaba a sí mismo. Por eso el Señor perdonó al penitente.(Ago)

Habéis oído la acusación de los soberbios, habéis oído la humilde confesión de los acusados. Oíd ahora la sentencia del Juez:

(v 14) "Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será abatido; y el que se humilla será enaltecido".

Esta parábola representa dos carros en la pista de carreras, cada uno con dos conductores en él.
En uno de los carros pone la justicia con soberbia, en el otro el pecado y la humildad.
Ves que el carro del pecado supera al de la justicia, no por su propia fuerza sino por la excelencia de la humildad combinada con él, pero el otro es derrotado no por la justicia, sino por el peso y la hinchazón del orgullo.
Porque así como la humildad por su propia elasticidad se eleva sobre el peso de la soberbia, y saltando alcanza a Dios, así la soberbia por su gran peso deprime fácilmente la justicia. Por tanto aunque sois diligentes y constantes