2022-07-23 07:02:29
Es Dios mismo el que quiere el camino largo, Dios mismo provoca el encuentro con la serpiente, Él trae el diluvio y permite la construcción de la torre de Babel, que luego destruye. Y es Dios quien deja mano libre a Satanás contra Job. Hago el bien y creo el mal, dice Dios en el profeta Isaías 45,7. Vemos que la pregunta por el sufrimiento va mucho más allá. Siento que tiene un sentido, pero ¿cuál es? La respuesta dada en la antigua sabiduría, es curiosa. Está dicho que el sufrimiento que el ser humano soporta, es idéntico al sufrimiento de Dios, cuando sacrifica Su unidad, para que el mundo sea. El sufrimiento del ser humano es quedar astillado en millones de fragmentos; el sufrimiento es fundamento del mundo, porque Dios se sacrifica a Sí mismo, a su Unidad.
Con ello, la pregunta cambia: ¿Y por qué sacrifica Dios Su unidad? Podría dejarla intacta, y así nada de esto sería necesario. ¿Por qué lo hace? En primer lugar, se hace daño a Sí mismo, para luego decir: ¡Vosotros, a mi imagen y semejanza, vais a sufrir como Yo! Pero no es posible que uno solo lo lleve, sino todas las personas en todos los tiempos. El sufrimiento sumado de todas las criaturas daría lo que es el sufrimiento divino. ¿Qué significa ese sufrimiento? ¿Por qué tiene que ser? La unidad, está dicho, es la dicha, la alegría, el júbilo, todo está en relación y nadie puede malinterpretar al otro. Pero –está dicho– la alegría no es completa si no puede experimentarse esta alegría en el regalo de la unidad a otro que no la tiene. El regalo es la dicha mayor. Regalando, el dador se convierte en unidad con el receptor. Es hasta erótico, es la alegría del acercamiento, hasta sentirse en unidad. La unidad pues, consta de dos lados. De un lado la satisfacción y la dicha de la unidad, y de otro lado la exigencia de que se regale al que no tiene, porque en el camino hacia la unidad, se vive una poderosa felicidad.
Necesitamos que el otro se alegre, y nos alegramos de su alegría. Está dicho que eso es el fundamento del sacrificio. Dios sacrifica su unidad dividiéndose, podríamos decir, en un aquí y un allá. Y con ello comienza el camino de la reunificación. Desde la miseria más grande, el abandono completo, lleva el camino hacia la unificación. Es un camino del aprendizaje, de conversaciones, también de malentendidos, es un arriba y abajo, es obsequiar y ser obsequiado. Ese es el fundamento del sufrimiento. Porque deja que la paz, la totalidad, la unidad se rompa, y ése es el sacrificio. En el judaismo al contraer matrimonio, es costumbre romper una vasija, lo que significa que el camino comienza. La unidad queda rota, el camino comienza. Es la comunicación pues del largo camino en el que el ser humano, sufriendo, puede sentirse creativo. Porque hermosas obras de arte, grandes poemas han nacido por el sufrimiento. Soledad, decepción, locura, grandes escritores han sufrido y vivido mucho. Y, a pesar de todo, su vida también ha estado llena de grandes alegrías. Dios llama a Israel su hijo primogénito y le envía al exilio. Guerras continuas, casi hasta la exterminación. ¿Por qué trata Dios así a su primogénito, mientras que otros pueblos lo tienen fácil y bien?
Cuando el ser humano toma del árbol del conocimiento y come su fruto, lo hace toda la creación. Significa que para todo el mundo comienza el mismo camino. Cuando el ser humano debe nacer, es decir, entrar en este mundo, una antigua historia relata que un ángel le acompaña. Y durante el camino al mundo, el ángel le habla del sentido del mundo entero y también del sacrificio. Lo cuenta todo. Ahora, dice, vas a entrar en este mundo y todo lo que te he contado se borrará de tu consciencia; olvidarás todo, pero lo guardarás muy profundamente dentro de ti. Y como señal le da un golpecito bajo la nariz, del cual, como se dice, viene la hendidura en el labio superior. Lo que te he contado, sigue diciendo el ángel, por así decir fuera de tiempo y espacio, lo vas a vivir ahora en el tiempo y en el espacio. Y el alma que está a punto de nacer, comienza a llorar desgarradoramente: ¡No! ¡Por favor, no! ¡No quiero nacer!
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