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“𝐽𝑢𝑟𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎 & 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑖 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑎 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑗𝑎𝑚𝑎́𝑠 𝑣𝑜𝑦 𝑎 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑏𝑒𝑛𝑒𝑓𝑖𝑐𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑜𝑡𝑟𝑜 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒, 𝑛𝑖 𝑝𝑒𝑑𝑖𝑟𝑒́ 𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑜 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑣𝑖𝑣𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑚𝑖́𝑜.”

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2022-06-16 01:53:36 Hace unos años, el New York Times publicó una historia de las condiciones de trabajo de Foxconn, la compañía manufacturera masiva de Taiwán.

En resumen, las condiciones de trabajo eran, para nuestros estándares, atroces.

Los lectores estaban indignados. Los políticos estaban indignados. Los intelectuales atacaron con fuerza a la empresa y al “malvado sistema capitalista” que permite que esto ocurra.

El capitalismo (libre intercambio de bienes y servicios) fue atacado por todos lados.

Pero no olvidaré la fascinante respuesta a esta historia que vino del sobrino de una trabajadora china de la fábrica. Escribió en la sección de comentarios lo siguiente:

“Mi tía trabajó por varios años en lo que los estadounidenses llaman fábricas atroces. Era trabajo duro. Largas horas. Salario bajo. Pobres condiciones laborales. ¿Pero sabes qué hacía mi tía antes de trabajar en esa fábrica? Era una prostituta”.

Lo que las personas no entienden es que el capitalismo NO es un sistema opresivo. En el capitalismo NO hay explotación porque todas las transacciones son VOLUNTARIAS. Los empresarios no obligan a los trabajadores a tomar sus empleos. Los empresarios no obligan a los trabajadores o trabajar por el salario mínimo o menos.

Es un mercado competitivo. Los trabajadores aceptan el mejor trabajo que pueden encontrar y cobran el mayor salario que el mercado está dispuesto a pagarles. Cuando ves que alguien está trabajando en una fábrica largas horas a cambio de un salario bajo, piensa en lo que estaría haciendo si no existiera esa fábrica. Piensa en la tía del artículo del NYT.

Si un político de izquierda viera esta situación y quisiera ganar votos implementando una política popular, empeoraría las cosas. Digamos que implementa un salario mínimo alto para “mejorar las condiciones de vida de estos pobres trabajadores”. Bueno, ¿cuál sería el resultado? Si el salario mínimo es lo suficientemente alto, superior al nivel de productividad de los trabajadores, el resultado es que la fábrica los tendrá que despedir (a todos o a algunos) para seguir siendo rentable, o tal vez tendrá que cerrar sus puertas y mudarse a otro país, dejando a los trabajadores sin empleos. Ahora esas pobres personas no estarían ganando $3 dólares la hora sino $0. No podrían ahorrar. No podrían adquirir habilidades laborales para obtener un mejor empleo en el futuro. No podrían subir la escalera social y escapar de la pobreza. Todo por no entender cómo funciona el capitalismo.

Así que nunca lo olvides: Todo es voluntario. No hay explotación ni opresión en el capitalismo.

Ahora, esto no significa que los trabajadores en Taiwán o donde sea están condenados a trabajar en fábricas para siempre. A medida que la economía crece, que las personas ahorran, que se acumula capital, que se invierte, que los trabajadores desarrollan habilidades, que aparecen máquinas para aumentar la eficiencia y productividad, que los mercados se vuelven más sofisticados, el nivel de vida de TODOS aumenta.

Estados Unidos es un ejemplo de esto. Al principio todos trabajaban largas jornadas en las granjas por poco dinero (era agraria). Luego aparecieron Rockefeller, Ford y Carnegie y les permitieron a estas personas trabajar menos horas en sus fábricas a cambio de un mejor salario (era industrial). ¡Y ahora ni siquiera trabajan en fábricas! La mayoría de los estadounidenses trabajan en oficinas con aire acondicionado solo 8 horas al día ganando entre $30,000-$50,000 dólares al año (era digital).

El capitalismo es una bendición, pero no promete utopías. Hay que dejarlo funcionar sin interferencias. Siempre y cuando nadie esté usando la coerción para obligar a alguien más a hacer algo, no hay nada de inmoral en eso. Las personas son racionales. Van a aceptar el mejor empleo que puedan encontrar. Y los empresarios que les ofrecen el mejor empleo que pueden encontrar no son explotadores sino benefactores sociales.

Gracias a Foxconn, esa mujer está trabajando en una fábrica a cambio de unos pocos dólares, no vendiendo su cuerpo en una esquina a varios desconocidos a cambio de centavos.
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2022-06-16 01:53:31
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2022-06-13 20:16:53 Una de ellas fue resistida por el gobierno siguiendo la teoría keynesiana. La otra fue abordada por el gobierno siguiendo la receta austriaca de no intervenir.

Solo una de ellas se conoció más adelante como la Gran Depresión. La otra la olvidamos por su brevedad.

El keynesianismo es a la economía lo que los brujos son a la medicina.

Los austriacos son como astrónomos. Los keynesianos son como astrólogos.


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2022-06-13 20:16:53 Keynesianismo: “Las recesiones son fallos del libre mercado. Para combatir esta recesión el gobierno debe ejecutar enormes déficits y el banco central debe imprimir dinero, bajar las tasas de interés y estimular la economía. Hay que rescatar empresas. Hay que subsidiar sectores. Hay que comenzar un programa de obras públicas. Hay que entrar en una guerra. Hay que hacer cualquier cosa para estimular el consumo y la demanda agregada. No importa si se le paga a la mitad de la gente para que cave un agujero y se le paga a la otra mitad para que vuelva a llenarlo. Hay que alcanzar el pleno empleo para salir de esta recesión”.

Escuela Austriaca de Economía: “Como con todas las burbujas y recesiones, el problema fue el auge artificial creado por el banco central al manipular las tasas de interés. El auge es el problema porque fue artificial y creó malas inversiones en toda la economía. El colapso es la solución porque libera los recursos (tierra, capital y mano de obra) para que vuelvan a usarse productivamente. El auge es equivalente a un adicto consumiendo drogas. Se siente bien a corto plazo, pero es malo a largo plazo. El colapso es cuando el adicto entra en rehabilitación. Si bien puede ser doloroso porque sentirá abstinencia, es lo correcto a largo plazo. De la misma manera, lo mejor que puede hacer el gobierno cuando la economía atraviesa una dolorosa recesión posterior a un auge artificial es no intervenir y dejar que el libre mercado se recupere a sí mismo. Cualquier intento por estimular la economía sólo pondrá en marcha un nuevo auge artificial con un colapso más doloroso en el camino. Si el gobierno quiere ayudar, puede recortar impuestos, disminuir el gasto público, eliminar regulaciones y volver a instaurar un sistema monetario sólido, como el patrón oro, para que no se repita el auge artificial”.

En 1929 una depresión se convirtió en La Gran Depresión porque la Fed y el gobierno, primero de Hoover y luego de Roosevelt, intervinieron en la economía: prohibieron los recortes de salarios, bajaron las tasas de interés, estimularon la economía, comenzaron con una serie de programas de obras públicas, ejecutaron déficits masivos e impusieron barreras comerciales. Además, Roosevelt devaluó el dólar en 1933 y confiscó el oro. Hoover y Roosevelt no sabían en ese entonces que sus políticas intervencionistas en un futuro serían la base del Keynesianismo, la corriente económica que dominó el mundo entero durante el resto del siglo hasta el día de hoy y básicamente sirvió para justificar la intervención del gobierno en la economía. Las medidas keynesianas de Hoover y Roosevelt prolongaron la depresión innecesariamente hasta después de terminada la Segunda Guerra Mundial. Más de 15 años enteros sumergidos en depresión, todo por implementar medidas económicas que desafían el sentido común.

Por el contrario, ¿alguna vez has escuchado sobre la depresión de 1920? Claro que no. ¿Por qué no? Porque el gobierno de ese entonces, primero bajo Wilson y luego bajo Harding, decidió seguir el enfoque que los gobiernos seguían hasta ese entonces: no hacer absolutamente nada y dejar que el libre mercado se arregle a sí mismo. La depresión de 1920 fue, hasta ese entonces, la más fuerte de la historia de Estados Unidos, pero solo duró un poco más de 1 año, por lo que nadie se acuerda de ella. James Grant escribió un libro sobre ella y lo llamo “La Depresión Olvidada”. No solo el presidente Harding no intervino en la economía haciendo rescates, imprimiendo dinero, llevando a cabo obras públicas y dando subsidios a los desempleados. ¡Harding recortó los impuestos, disminuyó el gasto público y permitió que la Fed subiera las tasas de interés! ¿Pueden imaginarse un presidente hoy en día haciendo eso? Sería llamado “fascista” o “neoliberal” de forma despectiva. Sin embargo, en ese entonces, esas medidas eran simplemente sentido común. Y funcionaron. De haberse hecho lo mismo en 1929, no hubiera existido la Gran Depresión.

En 1920 y 1929 Estados Unidos sufrió dos fuertes depresiones.
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2022-06-13 20:16:46
Escuela Austriaca de Economía vs. Keynesianismo
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2022-06-11 18:26:22 Por las primeras décadas del nuevo siglo, millones de estadounidenses tenían empleos en las industrias relacionadas con el petróleo. Esos trabajos ayudaron a construir la clase media estadounidense y el mundo tal y como lo conocemos hoy.

Rockefeller era una rareza – el primer multimillonario en la historia de Estados Unidos – pero nadie pudo dar más que él. Desde el momento de su primer trabajo, ganando 50 centavos al día, Rockefeller, de dieciséis años de edad, dio a su iglesia bautista local, a las misiones en la ciudad de Nueva York y a los pobres en general. Él creía en la advertencia bíblica de que no es el dinero, sino el amor al dinero, “la raíz de todos los males”. Rockefeller apoyó iglesias y misioneros por todo el mundo; dio generosamente a instituciones educativas como la Universidad de Chicago y la Universidad Spelman, una universidad para las mujeres de raza negra que fue nombrada honrando a su esposa, Laura; y dio millones para financiar la investigación médica. Antes de morir en 1937 a sus 98 años, había donado aproximadamente unos $550 millones de dólares, que era más que lo que cualquier otro americano jamás había poseído.

Así que, si Rockefeller hizo tanto bien durante su vida, ¿por qué es recordado más comúnmente en la actualidad como el paradigma de un capitalista codicioso sin corazón? La respuesta a esa pregunta, me temo, tiene mucho más que ver con nuestro sistema educativo que con el mismo Rockefeller.

Tal vez sea el momento de tomar una nueva mirada a ambos.

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2022-06-11 18:26:22 Nacido en el estado de Nueva York en 1839, Rockefeller no tuvo una infancia fácil. Su padre era agente de ventas la mitad del tiempo y un mujeriego de tiempo completo. Su madre le aseguró que Dios era el padre que nunca le fallaría. Rockefeller absorbió ese mensaje, y le orientó el resto de su vida.

Profundamente religioso, puso en práctica la ley espiritual “Dad y se os dará a vosotros”. Desde su adolescencia hasta el día de su muerte, Rockefeller dio siempre una parte de sus ingresos a la caridad.

El regalo especial de Rockefeller al mundo fue el queroseno; queroseno barato, tan barato que cualquier persona podía comprarlo.

Antes de la formación de su compañía, Standard Oil, la gente iluminaba sus casas con velas y las calentaba con carbón o madera. Las velas eran tenues y el carbón era sucio. El queroseno asequible de Rockefeller – petróleo crudo procesado – hizo el mundo más brillante, más caliente, más limpio y mejor, para beneficio de todos. “Tenemos que recordar siempre”, Rockefeller escribió a uno de sus socios en 1885, “que estamos refinando petróleo para el pobre, y él debe tenerlo barato y de buena calidad”.

A Rockefeller le encantaba el negocio de los negocios. Cuidaba cada detalle, siempre con el mismo objetivo: ahorrarle dinero al cliente. Tuvo tanto éxito a la hora de disminuir sus costos que hasta el día de hoy circulan conspiraciones vacías y sin fundamentos sobre cómo Rockefeller “monopolizó” la industria y abusó de sus consumidores. Pero las demandas antimonopolio que recibió Standard Oil nunca vinieron de los consumidores. ¡Los consumidores amaban los precios bajos y la excelente calidad de Standard Oil! Los únicos perjudicados eran los competidores, que no podían igualar los precios y la calidad de la empresa de Rockefeller. En lugar de competir con Rockefeller en el libre mercado, lo que hicieron estos competidores fue acudir al gobierno para intentar destruir Standard Oil y así obligar a los consumidores a pagar sus precios más altos.

Rockefeller no obtuvo ayuda del gobierno. Fue un excelente empresario que cada día buscaba formas de proveer un mejor producto a un precio más económico. Su enorme riqueza y cuota de mercado fue un subproducto de esto. El gobierno con sus leyes antimonopolio castigaron a Rockefeller por sus virtudes. Pero los más perjudicados por los ataques a Standard Oil fueron los consumidores, es decir, los pobres y la clase media que se beneficiaban de un excelente producto a un precio bajo. El gobierno básicamente obligó a estas personas, “por su bienestar”, a pagar precios más altos.

Rockefeller también fue escrupulosamente honesto. Su primera socio, Maurice Clark, dijo: “Si un centavo se le debía a un cliente, él quería que el cliente lo tuviera”.

Rockefeller demostró un gran ingenio para conseguir ideas creativas de sus empleados de Standard Oil. Él les pagaba bien, y rara vez tenía problemas con la mano de obra o los sindicatos. Él generosamente recompensaba a sus químicos y a los ingenieros cuando encontraban formas nuevas de obtener más queroseno de un barril de petróleo.

Otras refinerías de petróleo tiraban los desechos en las inmediaciones de los ríos. Eso repulsaba a Rockefeller, que era quizás el más grande ecologista de su época. No sólo era un gran amante de la naturaleza, él era un gran reciclador. Él creía que Dios dio un uso para cada partícula en un barril de petróleo, y él estaba decidido a encontrarlo.

Después de que el queroseno había sido removido, el personal de Rockefeller encontró usos para el resto de los componentes: la gasolina como combustible, algunos de los alquitranes de pavimentación, y otros subproductos para fabricar pintura, barniz, e incluso anestésicos.

Es difícil imaginar que la industria automotriz habría incluso llegado a existir sin la disponibilidad del petróleo barato de Rockefeller.

Cuando Henry Ford estuvo listo con su Modelo T, Rockefeller estaba listo para suministrar la gasolina.
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