2022-07-11 22:44:13
#Identificar_lo_importante 110722
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Estimados miembros de Akasha Comunidad:
En estos días, he pensado mucho sobre qué es aquello que nos mueve a hacer algo, y el por qué aquello nos mueve. ¿Es el miedo? ¿El ego? ¿Ser aceptados? ¿Ser queridos? O ¿es el conocimiento real, ese que se acopla a la intuición? ¿Hacemos lo que hacemos a costa de nosotros mismos?
Todos podemos caer en esas incongruencias, por supuesto. Sin ir más lejos, hace unos días, elegí no usar un chaleco inflado mientras hacía esnorquel durante horas en un mar con corriente nada despreciable. Fue una mala decisión, y tuvo la consecuencia (predecible para alguien con hernia lumbar) de un espasmo muscular tremendísimo. ¿Por qué (o para qué) decidí tan pobremente? Supongo que en su momento no lo pude ver de forma consciente, pero ahora comprendo que fue puro ego (¡Pues, claro que no requiero un chaleco inflable, si yo sé nadar perfectamente. Faltaba más...!). Y el efecto de la decisión lo viví yo en carne propia. Nadie más fue responsable de mis elecciones.
Pasa lo mismo con las inoculaciones. A casi 19 meses de su autorización por emergencia en Inglaterra, queda claro que las inoculaciones COVID-19: 1) no reducen el riesgo de infectarse del virus SARS-COV-2 (al contrario, incrementan ese riesgo por diversos mecanismos ya explicados aquí), 2) no evitan la transmisión del virus hacia otros (consecuencia lógica del primer punto), 3) no evitan ni reducen los signos y sintomas clínicos (al contrario, pueden exacerbarlos por mecanismos previamente explicados), 4) no inducen las mismas respuestas inmunes (duraderas, amplias, multi específicas y moduladas, locales y sistémicas) que las que se generan ante una infección natural con el virus, y 5) están asociados a una cantidad de eventos adversos serios y hasta letales, sin precedentes en la historia de la medicina moderna (mismos que también ya se pueden explicar por mecanismos aquí compartidos).
Es decir, dada la evidencia, sólo resta preguntarnos '¿Para qué me pondría ese producto?' ¿Para qué?
Tal vez sea por eso que cuando alguien pregunta en el chat ¿qué debe hacer porque no desea inocularse pero desea viajar, o que lo dejen ir a un concierto, o ir a la universidad? (por cierto, quien lo exija está violando la Constitución, al menos en México), no puedo evitar pensar que tal vez no he logrado la claridad que quisiera con lo que he intentado explicar sobre los mecanismos de acción de ARNm sintético, sobre los vectores adenovirales, sobre nuestro sistema inmune, sobre la virulencia (muy, muy baja) de este virus, sobre la razón por la que algunos pueden tener signos más graves de enfermedad, sobre cómo puede resolverse un cuadro clínico si se entiende la patogenia... Cuando eso me pasa, por unos instantes me invade una desazón (nota solo para Les Lutherianos, leer en voz de Marcos Mundstock: 'una triste desazón, más, invadió a Karina). Pero luego comprendo que, si bien siempre se puede hacer un mejor esfuerzo para explicar temas complejos, el asunto no es ese, sino justo el que expuse al inicio de este mensaje: ¿Qué es lo que nos mueve? Y si lo que a alguien le mueve no es el querer comprender para decidir, sino el ser bien vistos, o viajar, o el ir a un concierto, o que lo dejen competir en un torneo, entonces no habrá conocimiento ni entendimiento que valga. Ni ahora, ni nunca. Y las consecuencias de sus acciones serán, como siempre, suyas.
Tal vez por eso me llena de admiración la postura de Novak Djokovic en el vídeo (subtitulado para ustedes por el Equipo de Trabajo) que encontrarán anexo al mensaje 3/3.
En palabras de Djokovic: 'Entiendo que al no estar inoculado hoy, no se me permite viajar a la mayoría de los torneos… ese es el precio que estoy dispuesto a pagar. El poder decidir sobre mi propio cuerpo es más importante que cualquier título, o cualquier otra cosa'.
(Continúa en 2/3)
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