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Algo del Evangelio

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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
Cualquier testimonio o consulta escribir a algodelevangelio@gmail.com

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Los últimos mensajes 81

2021-12-27 03:02:10 No es para amargarse, es para darnos cuenta que estamos enamorados y queremos que otros se enamoren, queremos que otros vivan lo que nosotros vivimos, queremos compartir esa alegría y vivir en comunión con los otros. Es un gran misterio, es un gran misterio lindo que solo puede «tocar» un poco, aquel que recibió la gracia y la alegría.
Este es el motor interior del que predica el evangelio, de la Iglesia, del que anuncia que Jesús nació y murió por nosotros. Ese es el misterio de la gran familia de la Iglesia fundada por y en Jesús, ese es el misterio de algo que vivimos ininterrumpidamente hace más de dos mil años, miles y miles de corazones que recibieron esta alegría. ¿Cómo puede ser mentira todo esto? ¿Cómo es posible que nos hayan engañado a todos? ¿Cómo es posible que como se decía por ahí «la religión es el opio de los pueblos»? ¿Cómo es posible que la Iglesia sea un invento de algunos para dominarnos? ¿Cómo es posible que la alegría de saber que ese niño que nació para cada uno de nosotros, sea una alegría mundana y pasajera?
¿Vivimos esta alegría y sabemos compartirla? ¿Cómo la vivimos? Es normal sufrir interiormente cuando vemos que los demás no la entienden. No te angusties, es parte del anuncio. Creer es una gracia que se recibe y un don que se acepta. Pero no se fuerza, es por atracción alegre y amorosa. Solo podrá creer aquel que ve a alguien que cree y vive feliz por creer, sin presionar, sin juzgar, sin molestar. Nunca nos olvidemos de esto. Mientras tanto anunciemos, pero a un Jesús real, no virtual, a un Jesús que pudimos contemplar, ver, oír y tocar con nuestras propias manos.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
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2021-12-27 03:02:10 Comentario a la 1 Jn. 1, 1-4:

En estos días de Navidad hasta el día de los Reyes, el seis de enero, salvo algunas interrupciones, como primera lectura de cada día, la Iglesia nos propone la primera carta del apóstol san Juan. Estarás pensando, pero… ¿estos no son los audios de Algo del Evangelio? Es verdad, pero te propongo romper un poco los esquemas, como se dice, nos vendrá muy bien a todos, para descubrir otros textos lindos de la Palabra de Dios. Y además podríamos hablar, en sentido general, que el Evangelio es toda la buena noticia que nos trajo Dios a nuestros corazones, al mundo, y por eso también otras palabras de Dios son, de algún modo, Evangelio.
¿Por qué te propongo esta carta? Primero, para conocer otros libros del Nuevo Testamento que tienen una riqueza infinita también y ayudan a comprender mejor los evangelios; segundo, para entender que la obra del Evangelio de Juan tiene su continuidad en sus cartas y son complementarios, se comprenden entre sí; y tercero, para animarnos a más, animarnos a meditar otros textos que también pueden enriquecer nuestra vida espiritual, nuestra fe. Siempre digo que la Palabra de Dios es inagotable, es una fuente infinita de sabiduría, y eso, por supuesto, no se agota en los cuatro evangelios. Espero que nos ayude y nos sirva a seguir rezando y meditando en este tiempo de Navidad.
Habrás experimentado en tu vida que las alegrías profundas no son completas hasta que no se las comparten, o bien cuando no se las comparte con aquellos que amamos. No hay alegría verdadera si no es compartida, cuando otros no la conocen junto a nosotros. Recuerdo que cuando me dieron la noticia de que me ordenarían sacerdote, me pidieron que no lo diga hasta cierta fecha por cuestiones internas, porque había que cumplir algunos pasos necesarios hasta poder decirlo. Fue, me acuerdo, muy difícil para mí. Había recibido la mayor alegría de mi vida y no podía contársela ni siquiera a mis seres queridos, a mi familia, a los que me interesaba que compartan esa noticia. Esa vez experimenté en carne propia que una alegría no es completa hasta que no se la comparte. Me imagino que te debe haber pasado alguna vez, por ahí no porque te lo prohibieron, sino porque siempre se tarda un poco desde que se recibe la buena noticia hasta que se la cuenta, hasta que se la comparte con alguien cara a cara. Algo así es la alegría del Evangelio, algo así quiere decir la carta de Juan que acabamos de escuchar: «Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa». Algo así decía el papa Francisco en una de sus cartas: «La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús».
¿Para qué anunciamos el evangelio? ¿Para qué anunciamos que conocemos a Jesús? ¿Para qué anunciamos que de alguna manera vimos, oímos, o tocamos con nuestras manos el misterio del Padre que se reveló en Jesús? No solo para dar una alegría a los otros, sino para que nuestra alegría sea completa, para poder llenarnos el corazón, abriéndolo a los demás. Por ahí te pasó en esta Navidad, por ahí vos quisiste vivirla de otra manera, vos intentaste bajar un cambio –como decimos–, vos intentaste no caer en la frivolidad y la superficialidad, vos intentaste hablar de Jesús, intentaste darle otro sentido y tu familia por ahí o algunos, no todos, estaban en otra, y los otros no se dieron cuenta. Tu alegría era alegría, pero no era completa. Le faltaba algo, le faltaba que los otros te acompañen, le faltaba que los otros la descubran. En realidad, podríamos decir que la alegría de Dios no será completa hasta que todos descubran la verdad del evangelio; a los primeros cristianos les pasaba lo mismo, a todos nos pasa lo mismo; a todos los que descubren a Jesús les pasa esto; a los que nos vamos enamorando lentamente y día a día de Jesús, pero en serio, como una persona, a quien contemplamos, como alguien a quien «vemos», «oímos» y «tocamos» con nuestros propios sentidos. Si nos pasa, es un buen signo.
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2021-12-27 03:01:50 Lunes 27 de diciembre + Fiesta de San Juan Evangelista + Evangelio de la La primera carta del apóstol san Juan 1,1-4

Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.

Palabra de Dios.
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2021-12-26 03:27:45
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2021-12-26 03:27:19
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2021-12-26 03:27:05
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2021-12-26 03:18:18 Con Jesús en el centro existe todo lo que nos hace falta para vivir en paz; porque él nos trajo la paz, el perdón, la misericordia, el diálogo, la paciencia, la fortaleza; en definitiva, todo eso nos da el amor de Dios, que es la roca de la familia, porque Jesús es la roca.
La respuesta un poco dura aparentemente de Jesús cuando lo encuentran: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?», muestra, por otro lado, que lo que fundamenta la familia es el Padre del Cielo. Él viene a vivir en una familia, pero a cumplir la voluntad de su Padre, aun cuando obedeció a sus padres. Vivimos en familia para aprender a escuchar a Dios y a obedecerle a él, a vivir según su Palabra. Eso tenemos que enseñarle a nuestros hijos. Nuestra familia es sagrada, pero al mismo tiempo nuestra familia es la de Jesús, porque él nos ha incorporado, nos ha dado su sangre y debemos imitarlo a él para ser buenos y verdaderos hijos de Dios.
La familia que Dios nos regaló debe ser un camino para alcanzar la santidad y nunca un obstáculo, porque nosotros también «debemos ocuparnos de los asuntos del Padre».
Disfrutemos de nuestras familias y demos gracias a Dios por todo, incluso por aquello que no nos gusta tanto, pero que también nos ayuda a crecer.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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p. Rodrigo Aguilar
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