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Meditaciones diarias del Hno. Elías

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Los últimos mensajes 151

2021-12-02 00:01:10
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2021-12-02 00:00:25 En este caso, la confianza no es aún una decisión consciente, sino que brota naturalmente del amor entre madre e hijo. Lamentablemente hoy en día se pierde cada vez más esta sensación de seguridad que el alma del niño debería experimentar en el amor de sus padres. Hoy en día, muchas veces los niños tienen que afrontar experiencias que defraudan su confianza y la perturban profundamente. En consecuencia, fácilmente se proyectarán tales decepciones también a la relación con Dios, puesto que la relación de confianza dentro de la familia debería reflejar la de Dios con nosotros.

Sin embargo, a pesar de haber sufrido trastornos en la confianza a nivel natural, sigue siendo posible aprender a confiar en Dios: una confianza que va introduciendo cada vez más al alma a esa armonía en la que vivía el hombre con su Creador en el Paraíso. En este caso, no sólo se trata de activar la confianza cuando uno se encuentra en situaciones críticas; sino de vivir permanentemente en la verdadera relación con Dios, nuestro Padre.

Así como lo vemos en la armoniosa relación entre el niño y su amorosa madre, también el alma, a través de la gracia, va adentrándose más y más en un estado casi paradisíaco. Antes de la caída en el pecado, el hombre vivía en esta relación confiada con Dios. Entonces, si reconquistamos la confianza en Él, nuestra alma retornará a la relación que Dios quiere tener con nosotros, a pesar de que sigan sintiéndose las consecuencias de la caída y aunque padezcamos las circunstancias adversas de esta vida.

Ciertamente la vida ahora es distinta a la que era en el Paraíso, de modo que la confianza en Dios no suele brotar naturalmente de la relación de amor con Él. Las consecuencias del pecado original han quedado marcadas en el alma. Incluso a aquellas personas que tuvieron la gracia de crecer en una buena familia, a veces no les resulta fácil confiar totalmente en Dios, y pueden tener reservas inconscientes a la hora de seguir las numerosas invitaciones de Jesús de entregarse incondicionalmente a Dios.

Por eso, deberíamos pedir la confianza en Dios y tomar la decisión de confiar siempre en Él, educando nuestro corazón hacia esta dirección. La oración “Jesús, en ti confío” debe ir acompañada de pasos concretos en la vida cotidiana y, sobre todo, han de ser vencidos los miedos. De hecho, tendemos a dejarnos llevar por la dinámica del miedo, sin oponerle verdadera resistencia con los respectivos pasos de confianza (Véase la meditación sobre el miedo, del 9 de noviembre de 2021: http://es.elijamission.net/carencias-de-libertad-i-el-miedo/). Pero cuanto más nos ejercitemos en dar tales pasos, tanto más crecerá nuestra confianza, y así recibiremos serenidad y paz, y el Señor se convertirá en nuestra Roca eterna.
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2021-12-02 00:00:24 2 de diciembre de 2021
Jueves de la I Semana de Adviento
“Confiad en el Señor”

Is 26,1-6

Aquel día se entonará este cantar en tierra de Judá: “Ciudad fuerte tenemos; murallas y antemuro la protegen. Abrid las puertas, que entre gente fiel, que guarda la lealtad. Su ánimo es firme, atesora la Paz, porque en ti confió. Confiad siempre en Yahvé, pues Él es nuestra Roca eterna: derrocó a los habitantes de la altura, abatió la villa inaccesible; la hizo caer por tierra, la obligó a morder el polvo. La pisotean los pies de los pobres, las pisadas de la gente humilde.


El núcleo del mensaje de este día es la invitación a confiar en Dios, para que Él mismo sea nuestra “ciudad fuerte”. Sabemos que todo se desvanece, y es por eso que es tan importante que en Dios pongamos nuestra esperanza, y que en esta fe afrontemos todas las adversidades de la vida.

La confianza en el Señor es una de las flores más valiosas en el jardín de Dios. Ella ennoblece al alma y honra a Dios de forma especial. De hecho, al Señor le encanta nuestra confianza, pues ésta es la actitud más justa y pura frente a Él. A causa de la caída en el pecado, lamentablemente quedó profundamente afectada la relación de confianza con Dios. Desde entonces, los hombres intentan depositar su confianza en otras cosas, y a menudo tienen que experimentar la correspondiente decepción.

Se puede aprender a confiar, y es también una decisión que se toma: “Sí, yo quiero confiar”. Y no solamente deberíamos hacerlo cuando se hayan agotado las posibilidades, cuando ya no nos quede otra opción más que confiar en Dios. Ciertamente Él se vale también de tales circunstancias, para hacer entender al hombre que, en última instancia, sólo en Él se puede confiar con toda seguridad, lo cual es sumamente importante para la vida espiritual. Sin embargo, esta forma de confiar cuando ya no queda otra alternativa, no posee aún todo el esplendor de la confianza, que tanto embellece al alma.

Todos hemos visto la sonrisa confiada de un niño inocente, cuando le mira a los ojos a la mamá; una sonrisa que aún refleja el “ser uno” con su madre. El niño está cobijado y seguro, y una escena tal verdaderamente transmite armonía y felicidad.
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2021-12-01 00:00:24
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2021-12-01 00:00:22 Es el Espíritu Santo quien conduce a los hombres al conocimiento de la verdad (cf. Jn 16,13); es Él quien nos recuerda todo lo que Jesús dijo e hizo (cf. Jn 14,26). Fue el Espíritu Santo quien descendió sobre los Apóstoles, haciéndolos capaces de comprender las Escrituras y de anunciarlas con autoridad. Fue el Espíritu Santo quien convenció a los oyentes en lo más profundo de su ser, dándoles la luz para reconocer a Jesús como el Señor (cf. 1Cor 12,3).

Esto significa que la clave para que se cumpla por completo la promesa es el Espíritu Santo, quien lleva a plenitud la obra de la salvación.

Si esto es así, ¿qué es lo que nosotros podemos hacer de nuestra parte, como colaboradores del Espíritu Santo, para que se cumplan las maravillosas promesas, de manera que la humanidad “se regocije y se alegre por su salvación”?

Por un lado, hemos de dejarnos guiar por el Espíritu Santo. Si le permitimos hacer a un lado todo lo que obstaculiza Su actuar en nosotros, entonces nuestras palabras y obras serán cada vez más sobrenaturales. Así serán también más eficaces y traerán más luz a este mundo.

Pero, ¿será que también podemos mover al Espíritu Santo a apresurarse, para que cuanto antes se cumplan a plenitud las promesas?

La Sagrada Escritura sugiere que sí… Nuestra oración perseverante, el tocar con insistencia a la puerta de Dios, el rezar sin desfallecer, trasciende hasta el Señor. ¡Recordemos tan solo el primer milagro de Jesús, en Caná de Galilea (cf. Jn 2,1-11)! Podemos decir que sucedió gracias a la intercesión de la Virgen María. En el contexto de la meditación de hoy, diríamos que María movió a su Hijo a realizar aquel milagro y a “anticipar” su hora.

¿Acaso no podrá Ella también mover al Espíritu Santo, su Esposo Divino, a hacerlo todo con prontitud? Yo creo que vale la pena pedírselo con todo el corazón a la Virgen… ¡Ella acogerá más que complacida esta petición!
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2021-12-01 00:00:20 1 de diciembre de 2021
Miércoles de la I Semana de Adviento
“El cumplimiento de la promesa”

Is 25,6-10a

Sobre este monte, el Señor Todopoderoso preparará para todos los pueblos un banquete de manjares especiales, un banquete de vinos añejos, de manjares especiales y de selectos vinos añejos. Sobre este monte rasgará el velo que cubre a todos los pueblos, el manto que envuelve a todas las naciones. Devorará a la muerte para siempre; el Señor omnipotente enjugará las lágrimas de todo rostro, y quitará de toda la tierra el oprobio de su pueblo. El Señor mismo lo ha dicho. En aquel día se dirá: “¡Sí, este es nuestro Dios; en él confiamos, y él nos salvó! ¡Este es el Señor, en él hemos confiado; regocijémonos y alegrémonos en su salvación!” La mano del Señor se posará sobre este monte.

Con su venida al mundo y a través de todas las obras de la salvación, el Señor rasgó el velo que cubría a todos los pueblos y el manto que envolvía a las naciones. La luz del Evangelio ha llegado hasta los confines de la Tierra, y el Espíritu Santo ha conducido a muchos al conocimiento de la verdad. En principio, el acceso a Dios está abierto para todos los hombres. Cada uno puede acercarse a Jesús y, por medio de Él, llegar al Padre. Entonces, Dios cumplió las promesas al enviar a su Hijo. ¡Y esta “hora de la gracia” sigue vigente! ¡A cada uno se le ofrece el camino de la salvación!

En contraste con ello, tenemos la realidad de que muchos pueblos ya no aprecian la “hora de la gracia”, que la apostasía está incrementando, que siguen existiendo muchos pueblos –por ejemplo en el continente asiático– a los que aún no les ha llegado realmente el mensaje del Evangelio… En las otras religiones el conocimiento de Dios a menudo permanece en la penumbra, y el Pueblo de Israel sigue estando cubierto por aquel velo que impide a muchos judíos reconocer al Señor.

¡La promesa aún no se ha cumplido enteramente! Todavía hay algo pendiente, que nosotros podemos esperar anhelantes. Son pocas las veces en que podemos ver con claridad cómo y de qué forma Dios cumplirá a plenitud Sus promesas. Hay cosas que se entienden recién en el momento en que ya suceden. Pero, ¿cómo podemos mantenernos firmes en la fe de que realmente sucederá lo que ha sido predicho, poniendo así nuestra parte para que llegue el cumplimiento de las promesas? No se trata, pues, de una espera meramente pasiva; sino de cooperar en la obra del Señor.
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2021-11-30 23:37:22 Queridos amigos,
Justo a tiempo antes de que termine noviembre, les compartimos la plática de este mes, muy importante y aplicable para la vida espiritual: “¿QUÉ NOS IMPIDE TENER LIBERTAD INTERIOR?”
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2021-11-30 23:37:13

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