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Meditaciones diarias del Hno. Elías

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Los últimos mensajes 153

2021-11-27 00:00:21 El Señor menciona el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida como elementos que limitan nuestra vigilancia. Ciertamente no se refiere sólo a los excesos en el alcohol; sino a todo un estilo de vida que carece de sobriedad, que se alimenta de falsas expectativas y deseos, de modo que no es capaz de interpretar correctamente los signos de los tiempos. También las ideologías pueden “embriagarnos”, cuando, en lugar de poner nuestra confianza en Dios, la ponemos en personas que no están exentas de error. Uno también carece de sobriedad cuando se deja llevar por las corrientes de la época y por lo que es políticamente correcto. Se puede llegar hasta el punto de que uno termina contagiándose de la ceguera generalizada, de modo que ya no ve las cosas desde la perspectiva de Dios, sino que incluso las interpreta equivocadamente.

Pero también descuidamos nuestra vigilancia cuando nos enredamos en las preocupaciones de la vida cotidiana, cuando las realidades terrenales absorben nuestros pensamientos y acciones hasta el punto de que ya no somos capaces de leer los signos de los tiempos. En este contexto, el Señor incluso pone la comparación de un lazo que caerá sobre los habitantes de la tierra: “Cuidad que no se emboten vuestros corazones por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.”

¡Son palabras muy claras! Debemos entender que se nos puede tender un lazo, una trampa, para que –de ser posible– ya no seamos capaces de salir de ella y quedemos envueltos en aquella ceguera que no nos permite estar en vela para el Día del Señor. No es fácil contrarrestar esta ceguera y desenmascarar las trampas en las que muchas personas han caído ya, y desgraciadamente incluso algunos fieles. El remedio para librarse de la ceguera y escapar de las trampas es la vigilancia y la oración. En ningún lado, excepto en el Señor mismo, podremos hallar verdadera seguridad. Todo puede tambalear, y es por eso que el Señor insiste en que es necesario estar siempre vigilantes. Esto es mucho más importante que cualquier especulación o reflexión meramente intelectual. Simplemente debemos cobrar consciencia de que sólo en el Señor está la salvación. Esto es lo que sucede también en el camino de la purificación, en el que quedamos privados de todas nuestras seguridades, hasta que nuestra alma esté enteramente anclada en Dios y unida a Él.

Estamos ahora a las puertas del Tiempo de Adviento y del nuevo año litúrgico. No debemos permitir que la situación difícil del mundo nos prive de la alegría y la ternura ante la Venida de Jesús. ¡No! ¡La Buena Nueva que anunciaron los ángeles a los pastores permanece siempre vigente (cf. Lc 2,10-14)! Este mensaje de salvación debe ser llevado a los hombres: en Su Hijo, el Padre Celestial nos ha abierto de par en par las puertas de Su Corazón, para que a través de Jesús lleguemos a Él y permanezcamos para siempre junto a Él.

Combinemos esta alegría con la vigilancia ante la Segunda Venida de Jesús al Final de los Tiempos. El Día del Señor se acerca, y debemos constatar con sobriedad que “la luz brilló en las tinieblas, pero las tinieblas no la recibieron” (Jn 1,5); el Hijo del hombre “vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11).

Una relación tierna y amorosa con el Niño en el pesebre no contradice la vigilancia de un “soldado de la luz”, que busca escapar de las trampas de la oscuridad, tal como lo hizo el Señor en el tiempo de Su vida terrena (cf. p.ej. Mt 21,23-27). Asimilemos con alegría esta exclamación del profeta Isaías:

“Mira: la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, mas sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti aparece.” (Is 60,2)

¡Quiera Dios que los hombres reconozcan esta luz! ¡Él es la única verdadera esperanza!
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2021-11-27 00:00:20 27 de noviembre de 2021
Sábado de la Semana XXXIV del Tiempo Ordinario
“Sólo Dios es la verdadera esperanza”

Lc 21,34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidad que no se emboten vuestros corazones por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo, para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis manteneros en pie delante del Hijo del hombre.”

Antes de reflexionar sobre este evangelio, echemos una mirada a la lectura de hoy, tomada del libro de Daniel (7,15-27). Escucharemos una parte de la misma:

“La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, diverso de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después vendrá otro, diverso de los precedentes, que destronará a tres reyes; blasfemará contra el Altísimo e intentará aniquilar a los santos y cambiar el calendario y la ley. Dejarán en su poder a los santos durante un año y otro año y otro año y medio. Pero, cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder, y será destruido y aniquilado totalmente. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos” (Dan 7,23-27).

Aquí se nos predicen acontecimientos que no son fáciles de interpretar. Algunas cosas las entenderemos sólo cuando hayan llegado a cumplimiento y las circunstancias nos permitan reconocer que las profecías se están haciendo realidad de forma concreta. Puede haber personas que hayan recibido una luz especial de parte del Señor para comprender este lenguaje simbólico e interpretar los indicios.

Probablemente la interpretación unánime de estos símbolos que vio Daniel es que representan imperios de este mundo. Antes del Juicio Final aquí descrito, se instaurará un “rey” hostil a Dios, que perseguirá de forma especial a los “santos”. Hay personas que consideran que en los acontecimientos actuales ya se están cumpliendo ciertos elementos de estas profecías. En efecto, aquí parece que se hace alusión a un dominio anticristiano, que actualmente se manifiesta cada vez más. Por ello, debemos observar atentamente los sucesos que están teniendo lugar y prepararnos para la persecución. Resulta evidente que, en el contexto de la crisis del coronavirus, en ciertos países se están tomando medidas que podrían fácilmente desembocar en regímenes dictatoriales. De hecho, hay gobiernos que ya están tomando rasgos de dictadura.

En el evangelio de hoy, Jesús nos da la pauta crucial para estar preparados, tanto para el Juicio Final como para los “dolores de parto” que le preceden. Jesús dirige estas palabras a sus discípulos; es decir, a aquellos que ya han decidido seguirlo. Así, nos habla también directamente a nosotros, y a nosotros nos corresponde transmitir a las otras personas lo esencial de estas advertencias de Jesús.
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2021-11-26 00:01:28 “¡De Dios nadie se burla!” (Gal 6,7)

La fe no puede ser entendida si omitimos la dimensión del juicio. La misericordia se convertiría en un concepto sin contenido; la verdad degeneraría en un constructo meramente filosófico.

Es muy bueno que en estos días previos al Adviento, las lecturas bíblicas nos traigan a la memoria las así llamadas “postrimerías”. ¿Por qué la Sagrada Escritura nos habla de catástrofes, del Juicio Final, del castigo de los malvados y de la recompensa de los buenos? ¿Por qué la Palabra de Dios no duda en mostrarnos las consecuencias de actuar mal? ¿Será simplemente con el fin de amenazarnos o incluso por venganza?

¡No! ¡No es ésta la intención de Dios! Siempre y en todo lugar él llama a los hombres a la conversión. He aquí el concepto clave… ¿Por qué se nos transmite a nosotros, tantos siglos después, lo que sucedió en aquel entonces con el rey Baltasar? ¡Porque no es solamente una historia que incumbe al pueblo judío; sino que la Palabra de Dios nos ha sido dada como enseñanza para todos los tiempos!

La historia de este rey debe provocarnos un sano susto, al hacernos ver en qué desembocan la soberbia y la imprudencia, al mostrarnos lo que significa violar los mandamientos de Dios y al advertirnos de que ninguna potestad terrenal puede creer poder burlarse de Dios. No pueden hacerlo los gobernantes en el ámbito público, ni tampoco nosotros en nuestro ámbito privado.

El Juicio se acerca, y con él la justicia.

Pero el mensaje de consuelo es que antes viene el Redentor, el Salvador de las naciones… Cuanto más entendamos que las naciones han atraído sobre sí mismas una sentencia de juicio, tanto más podremos comprender el resplandor de la misericordia de Dios.

Viene Aquel que ha pagado la deuda de los hombres (Col 2,14); viene Aquel que puede borrar aquella sentencia de juicio y cuya mano quiere inscribir en nuestro corazón: “Tú eres mío, nadie podrá arrebatarte de Mi amor (cf. Jn 10,28)”.

Viene Aquel que nos llama a la conversión, el que puede sanar y liberar nuestra vida, el que hace nuevas todas las cosas.

Se presenta suplicante ante nuestros corazones y pide que le dejemos entrar. Con Él viene la bendición y la verdadera paz: paz con Dios, paz con el prójimo, paz con uno mismo.

Si le dejamos entrar, Él perdonará nuestra culpa, por muy grande que sea. Incluso un rey Baltasar podría salvarse; los heraldos de la cultura de la muerte podrían convertirse en testigos de la vida; los impuros, volverse castos; los soberbios, humildes; los tacaños, generosos; los perseguidores podrían convertirse en pregoneros del Reino de Dios…

Todo esto puede obrarlo Aquel para cuya Venida nos prepararemos en las próximas semanas y cuyo Retorno glorioso esperamos anhelantes. En Él resplandece la misericordia y el amor de Dios por los hombres. En Él brilla la luz de lo alto. ¡Él quiere salvar a todos los hombres! Dios tiene todo preparado para este banquete de reconciliación, si tan solo nosotros acogemos Su invitación.

Todo es posible cuando nos convertimos a Dios, porque Él nos ama. ¡Pero la condición es que nos convirtamos! ¡Más vale que lo hagamos hoy mismo, pues mañana podría ser demasiado tarde!
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2021-11-26 00:01:27 26 de noviembre de 2021
Viernes de la Semana XXXIV del Tiempo Ordinario
“Contado, pesado, dividido”

Puesto que en los últimos días habíamos estado enfocados en la virtud de la fortaleza –que pudimos concluir con la vida de Santa Catalina de Alejandría, que es un verdadero ejemplo de valentía–, quisiera hoy “recuperar” la lectura del miércoles, que me parece muy significativa.

Dan 5,1-6.13-14.16-17.23-28

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban. Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: “¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.” Entonces Daniel habló así al rey: “Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: ‘Contado, Pesado, Dividido.’ La interpretación es ésta: ‘Contado’: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; ‘Pesado’: te ha pesado en la balanza y te falta peso; ‘Dividido’: tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.”

“¡De Dios nadie se burla!” (Gal 6,7) El rey Baltasar tuvo que aprender esta lección, así como también todos aquellos que, por imprudencia, ligereza o soberbia, transgreden los mandamientos de Dios. En el caso del rey Baltasar, probablemente se juntaron todos estos elementos. El vino puso lo demás, de manera que el rey pasó por alto cualquier señal de advertencia que pudo haber recibido.

Pero lo que no pudo pasar por alto fue la mano que le hizo ver con claridad que Dios estaba interviniendo. Daniel le reveló el sentido de las palabras que aquel dedo había escrito en el muro del palacio, le hizo ver su iniquidad y le anunció las consecuencias de sus actos. En alemán incluso se ha introducido en el lenguaje el término “menetekel”, que indica algo como un “mal presagio”.

¿Cuántas veces aparecerá esta escritura (contado, pesado, dividido) –aunque no sea de forma visible– para advertir a los poderosos de este mundo, cuando ellos no se interesan por los mandamientos de Dios e incluso inducen a otras personas a hacer el mal? ¿Cuáles serán las palabras que amenazan a aquellos que aprueban leyes que ponen en peligro la vida de los niños no nacidos; o, peor aún, a quienes hacen negocios o experimentos con los bebés abortados? ¿Cuál será la sentencia que se cierne sobre los presidentes que promueven el aborto con todos los medios que tienen a disposición? ¿Cuáles palabras están escritas sobre los pastores que no protegen ya al rebaño y que traicionan su vocación?
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2021-11-25 00:00:24 Cuando el Emperador se dio cuenta de que no podía resistir a la sabiduría de aquella joven, mandó llamar a los mejores eruditos de su Reino para que refutasen sus argumentos. Así, llegaron a Alejandría cincuenta sabios para debatir con Catalina.

El Emperador les dijo: “Hay entre nosotros una virgen de incomparable sabiduría, que supera a todos los sabios. Ella afirma que todos los dioses son espíritus malignos. Si lográis derrotarla, volveréis a vuestra patria con grandes honores.”

Uno de los eruditos, disgustado, le dijo al Emperador: “Oh, gran Emperador, ¿por qué nos habéis convocado para una disputa tan poco honrosa con una virgen a la cual hasta el menor de nuestros alumnos podría derrotar fácilmente? Traédnosla, para que confiese su crimen y admita que nunca ha visto maestros más sabios.”

Cuando la doncella Catalina se enteró de lo que le esperaba, se puso enteramente en manos de Dios. Un ángel del Señor vino a ella y le exhortó a permanecer firme, asegurándole que ella no sería derrotada; sino que, antes bien, los eruditos se convertirían y alcanzarían el martirio. Así, la joven se armó de valor para el debate que se acercaba.

MAESTRO: “¿Qué es lo que dices, doncella? Es imposible que Dios se haga hombre o esté expuesto al sufrimiento.”

CATALINA: “Incluso a los paganos les había sido predicho que así sucedería. La sibila anunció: ‘Bendito sea el Dios que pende en la cruz enaltecida’.”

Entonces, con la sabiduría que Dios le había concedido, Catalina convenció a todos los eruditos hasta el punto de que ellos ya no pudieron refutarle. Ante esto, el Emperador se enfureció sobremanera.

Uno de los eruditos le dijo: “Vos sabéis, oh Emperador, que nunca habíamos sido derrotados por ningún hombre; pero es el Espíritu de Dios quien habla a través de esta virgen, dejándonos a todos en tal asombro que ya no queremos ni podemos hablar nada contra Cristo. Por eso, oh Emperador, profesamos sin temor: Todos nosotros nos convertimos a Cristo.”

En su cólera, el Emperador ordenó que todos fuesen quemados. Pero los sabios, fortalecidos e instruidos por las palabras de consuelo de la doncella Catalina, permanecieron fieles a la fe y recibieron así la corona del martirio.

El Emperador Majencio, que quería ganarse a Catalina, le hizo muchos ofrecimientos, que ella rechazó en su totalidad. Al final, también ella misma padeció el martirio. Gracias a su testimonio y a las señales milagrosas que la acompañaban, muchas personas se convirtieron a Cristo, incluida la esposa del Emperador.

En esta virgen se hizo realidad la promesa de Nuestro Señor para cuando estemos en tribulación:

“No os propongáis preparar vuestra defensa; porque yo os daré palabras y sabiduría que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios” (Lc 21,14-15).
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2021-11-25 00:00:23 25 de noviembre de 2021
Memoria de Santa Catalina de Alejandría
“Yo os daré las palabras y la sabiduría”

Hoy celebramos la memoria de Santa Catalina de Alejandría, que vivió entre el siglo III y IV. En su vida se aplican perfectamente las palabras de Jesús que habíamos escuchado en el evangelio de ayer:

“No os propongáis preparar vuestra defensa; porque yo os daré palabras y sabiduría que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios” (Lc 21,14-15).

Catalina, siendo la hija única de un rey pagano llamado Costus, había recibido una buena educación. Ella se había hecho cristiana.

Cuando escuchó que el emperador Majencio había ordenado que todo el pueblo acudiese a Alejandría para ofrecer sacrificios a los dioses, Catalina se dirigió de prisa al sitio donde estaban los cristianos, atemorizados ante la muerte que les esperaba si se negaban a sacrificar.

Con valentía, la joven se presentó ante el Emperador y le dijo:

CATALINA: “Corresponde a tu dignidad que te salude, oh Emperador… ¡Ojalá reconocieras al Creador del cielo y apartaras tu corazón de los falsos ídolos!”

Entonces debatió con el Emperador, exponiéndole muchos argumentos a favor de la fe cristiana, que él no supo refutar.

Catalina le preguntó: “¿Por qué has convocado en vano al pueblo aquí, para que, en su insensatez, ofrezca sacrificio a los ídolos? ¡Nadie se iguala a Dios! ¡A Él deberías adorarlo, pues Él es el Dios de los dioses y Señor de señores.”

El Emperador, impresionado por la belleza y sabiduría de la joven, le habló así: “Nos hemos quedado sorprendidos ante tu sabiduría y queremos saber a qué linaje perteneces.”

CATALINA: “Yo soy Catalina, la hija única del rey Costus. Pero aunque haya nacido en la púrpura y haya sido instruida en todas las artes, he despreciado todo aquello y me he consagrado al Señor Jesucristo. Los dioses a los que Vos adoráis, en cambio, no pueden ayudaros ni a Vos ni a vuestros súbditos. ¡Ay de vosotros, desdichados, que adoráis imágenes! Vuestros dioses no están junto a vosotros, y cuando los invocáis en vuestra angustia y en la tribulación, ellos no vienen en vuestra ayuda ni os protegen en el peligro.”

EMPERADOR: “Si lo que dices es cierto, entonces todos los demás están equivocados y sólo tú dices la verdad. ¡Pero tú no eres más que una débil mujer!”
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2021-11-24 00:00:24 Así, se ven ahora cada vez más confrontados a medidas, tanto estatales como eclesiásticas, que restringen sus libertades. Además, no pocas veces tienen que escuchar reproches de parte de sus familiares o de los representantes de la Iglesia, que les acusan de estar atentando contra el amor al prójimo, de no asumir responsabilidad por su entorno, de ser egoístas, de poner en peligro la salud de otras personas, entre muchas otras acusaciones graves. Por causa de su decisión, se ven cada vez más marginados.

Aparte de que tales acusaciones no son fundadas, puesto que también las personas vacunadas pueden infectarse con el virus, contagiar a otros y sufrir graves efectos adversos (que pueden llevar hasta la muerte), se da aquí una intromisión ilegítima en la libertad de las personas. Para estos fieles, resulta particularmente triste el hecho de que los representantes de la Iglesia –que es su Madre– muchas veces hablen y actúen al unísono con los gobiernos y no ofrezcan ningún apoyo a los que, en conciencia, toman una decisión distinta. Así, ya ahora estos cristianos están siendo perseguidos por causa de su fe.

Si ahora observamos cómo en ciertos países las medidas se recrudecen cada vez más, ya no podemos descartar que en futuro incluso se lleve a la prisión a los que se niegan a vacunarse. En Austria se implementó en estos días la vacunación obligatoria, y quizá otros países sigan este reprobable ejemplo.

Hasta aquí llego con el tema de la situación actual.

Por supuesto que el evangelio de hoy no cuenta solamente para este tema; sino que se aplica siempre cuando sufrimos persecución por causa del Señor. Para tales circunstancias, Jesús nos da dos indicaciones:

1) “No os propongáis preparar vuestra defensa.” El Espíritu Santo se encargará de ello. Por tanto, si permanecemos en la verdad sin apartarnos de ella, el Espíritu de la verdad nos inspirará las palabras adecuadas.

2) “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras vidas.” Aquí nuevamente entra en juego la virtud de la fortaleza: ¡perseverar! Recordemos que esta virtud nos enseña a soportar el sufrimiento, a no evadir la cruz. En situaciones como las que el Señor describe hoy en el evangelio, nuestra fortaleza será sometida a la “prueba de fuego”.
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