2022-02-14 01:09:23
*VIDA DE SAN JOSÉ*
*Entrega 162*
*LIBRO 3*
*CAPÍTULO VIII*
*CIRCUNCISIÓN DE JESÚS*( continuación)
Tomaron con gran veneración la preciosa reliquia de la Sangre derramada por el Redentor, y la guardaron con gran cuidado, teniéndola la Divina Madre cerca de si y a menudo también el afortunado José se acordaba de dicha Sangre y lloraba al pensar como su Dios Humanado, apenas llegado al mundo, quiso sufrir tanto y derramar Sangre, e iba ofreciéndosela a menudo al Padre Divino.
Una vez que se fue el Ministro de la circuncisión, nuestro José se quedó con la Divina Madre, la cual tenía en sus brazos al Divino Niño descansando, y comenzaron a conversar entre si acerca del misterio realizado y cómo el Hijo de Dios quiso, en este misterio, tomar figura de pecador. Admiraron la humildad del Divino Redentor, y la Divina Madre compuso un nuevo cantico acerca del misterio de la Circuncisión del Verbo Humanado y lo cantó suavemente, lo cual servía al Divino Niño para descansarse más dulcemente entre sus brazos.
Nuestro José, una vez que terminó el cantico, cayó en éxtasis, y allí le fueron revelados muchos secretos acerca de la circuncisión del Divino Niño, de los cuales él luego tuvo siempre un recuerdo particular y una veneración y devoción especial. Al volver del éxtasis lo conversó todo con la Divina Madre y conjuntamente dieron gracias a Dios, alabando y ensalzando siempre más la Divina Bondad por las muchas Gracias y favores que les dispensaban.
Luego nuestro José pensaba como ese lugar donde vivían era de mucho sufrimiento para la Divina Madre y para su Hijo Jesús, por lo cual le suplico a Ella para que le haga comprender cual era la Divina Voluntad, si debían volver a Nazaret, su ciudad, para poder vivir más cómodamente.
La Divina Madre lo complació en esto, y le manifestó que en ese lugar debían quedarse por algún tiempo más, porque el Altísimo había decretado realizar allí otras maravillas, de las cuales dentro de poco é1 también habría sido espectador, y esto se refería a la llegada de los reyes magos, coma se diré más adelante.
Nuestro José doblo la cabeza y se mostró dispuesto a cumplir en todo la Divina Voluntad, y decía a la Divina Madre: "Sabed, esposa mía, que yo por mí estoy aquí muy a gusto; y el sufrir para mi es una dicha; solamente que siento pena por los padecimientos de nuestro Jesús y de vos, esposa mía querida, que en verdad mi corazón es traspasado por un agudo dolor, aunque me consuelo pensando que nuestro Dios así lo quiere y si lo quiere lo tengo que querer yo también aunque sienta muy vivo el dolor de veros en tanto sufrimiento".
( Continuará)
*Apóstoles de Su Amor*
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