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Algo del Evangelio

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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
Cualquier testimonio o consulta escribir a algodelevangelio@gmail.com

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Los últimos mensajes 10

2023-05-17 03:09:12
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2023-05-17 03:07:58 Él sabe más que nosotros, muchísimo más que nosotros, ¿sabías? ¿Por qué a veces pretendemos andar más rápido que Dios u a otro ritmo? Si supiéramos la verdad de nuestra vida en un instante, no nos daría el corazón para aferrarnos a ella, para atraparla. Por eso él nos va introduciendo, a su modo, a su manera, a su tiempo.
Por eso es necesario encontrar el espacio y el tiempo para escuchar en silencio, para descubrir ese «maestro» interior que es el Espíritu Santo, ese maestro del alma que nos dejó Jesús y nos va enseñando lentamente lo que nos hace bien, lo que debemos dejar, lo que debemos decidir, lo que debemos abrazar. Dejemos de escuchar tanto «los maestros» de este mundo que se creen sabios, pero, finalmente, la sabiduría de este mundo, como dice san Pablo, es necedad para la sabiduría de Dios. Por eso es necesario que nos hagamos tiempo y nos quedemos solos, porque, sin soledad fecunda, ese «maestro» interior no puede hablar o no puede ser escuchado, mejor dicho. Grita a veces, pero no es escuchado. Hasta el cuerpo nos puede gritar a veces para que nos pongamos a escuchar, pero puede a veces no servir para nada, ya que no sabe qué hacer con nosotros.
¿Te imaginás si nos tomáramos el tiempo necesario cada día para escuchar la verdad de nuestra vida, de nosotros mismos, que Jesús nos quiere enseñar cada día por medio de su Espíritu? ¿Te imaginás qué distinto sería este mundo si empezáramos a escucharlo más? Empecemos a probarlo. Un día, con tiempo de silencio y soledad fecunda, es un día distinto. Es cuestión de «lanzarse» por este camino y empezar a transitar esta propuesta que nos hace Jesús en algo del Evangelio de hoy.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
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2023-05-17 03:07:58 Comentario a Juan 16, 12-15:

Empezar el día rezando, escuchando y hablando con Jesús en nuestro interior, en nuestro corazón, es fundamental. Es necesario, no es una obligación. ¿No te pasó alguna vez que parece que los días «se pasan volando», como decimos? ¿No será que «se pasan volando» porque andamos «volando» por la vida? Son comunes estas frases entre nosotros que expresan esto que nos pasa de alguna manera. Decimos a veces: «No puedo creer que ya estemos casi a mitad del año», «este año se pasó volando, ya estamos volando, ya estamos en tal o cual mes». Uno escucha esas conversaciones a veces cuando va a comprar algo, cuando anda por la calle. Es así. Un poco la vida es así. Es verdad, el tiempo pasa volando, no lo podemos detener, el tiempo no lo podemos parar. Es lo único que no dominamos, o una de las tantas cosas, digo, pero especialmente el tiempo. Lo que sí podemos parar y podemos modificar es el modo de vivir el tiempo. Lo que sí podemos modificar son nuestras decisiones, que nos ayudan o nos ayuden a vivir cada día de una manera diferente, asimilando mejor lo que nos pasa y lo que pasa. Cada uno en lo suyo, cada uno con lo suyo; pero empezar el día escuchando la Palabra de Dios nos ayuda a vivir las cosas de un modo distinto. Terminar el día escuchando o simplemente agradeciendo lo vivido también nos ayuda a darle a el tiempo un valor distinto, darle un sentido.
Veníamos reflexionando en estos días sobre la soledad que a veces sentimos y el hecho de que Jesús viene también a sanarla. Quiere sanar y quitar soledades a los demás y nos ayuda a comprender el sentido también de nuestras soledades. Esos sentimientos de soledad que nos pueden invadir a veces, se pueden transformar en oportunidad para darnos cuenta de que no vale la pena quejarse porque alguien, de alguna manera, nos dejó solos, por esto o por lo otro, sino que lo mejor que podemos hacer es dedicarnos a consolar las soledades y tristezas de los que no se dan cuenta que están solos porque se aislaron. Cuando nos aislamos no vemos ni percibimos las compañías lindas de la vida, la de nuestro Jesús que está siempre y la de nuestros seres queridos que también, en general, siempre están, o si no están, hay que buscarlas. Cuando nos aislamos, podríamos decir que son soledades mal elegidas o soledades sufridas que no sabemos manejar y nos hacen, en general, equivocarnos. Nos hacen tomar malas decisiones, nos hacen caer en el victimismo o creernos las víctimas de este mundo y quejosos, nos hacen no ver lo lindo de la vida. Por eso un buen remedio para la soledad es, por un lado, aprender a convivir con nosotros mismos, cuando la sentimos, a pesar de sentirla y, por otro lado, el salir de nosotros mismos para darnos cuenta que no estamos solos y que muchos necesitan de nuestra compañía, de la tuya y de la mía.
Algo del Evangelio de hoy nos vuelve a enseñar que «se aprende de a poco». Las cosas de la vida y las cosas del Espíritu se aprenden de a poco, no hay otro camino. No se aprende todo de un clic. En el camino de la fe no sirve la ansiedad, no hay lugar para el estrés. El mismo Jesús les dijo a sus discípulos que tenía muchas cosas por decirles, pero que no podían comprenderlas, y que sería el Espíritu el que los introduciría en la verdad. Qué paciencia que tenemos que tener. Paciencia. No se puede hacer todo de golpe, no se puede recibir todo de golpe. Jesús no lo dijo todo «de golpe» a sus amigos, sino que les dijo lo que podían comprender en ese momento y le dejó lo demás al Espíritu Santo para que siga trabajando en su ausencia. Nosotros a veces somos como «golosos» de la vida, «glotones», incluso de la misma verdad. Pretendemos todo y de golpe. Queremos saber todo y rápido, el porqué de todo, el porqué me pasó esto, lo otro. Sin embargo, es lindo dejarle el lugar a Dios en nuestro propio camino. Dejar que sea el mismo Espíritu quien nos vaya enseñando e introduciendo en la verdad de nuestra vida. Dulce huésped del alma.
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2023-05-17 03:07:39 Miércoles 17 de mayo + VI Miércoles de Pascua + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: "Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes"».

Palabra del Señor.
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2023-05-16 03:10:47
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2023-05-16 03:10:33
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2023-05-16 03:09:50 Pensemos si no estamos tapando lo mejor de nosotros con la «adicción del activismo», esa manía de pensar y creer que solo haciendo cosas nos salvaremos y salvaremos a los demás. Si Jesús hubiese querido salvar al mundo por el hacer, se hubiera puesto a predicar desde la adolescencia, se hubiera puesto a «hacer cosas» y milagros desde mucho antes, sin embargo, empezó a los treinta años. Es para pensar, ¿no? Aprendamos hoy a sentarnos por un tiempo, a postrarnos por un momento, para realmente «no hacer nada» a los ojos de los demás, para estar simplemente solos, por pura gratuidad, no esperando mayor recompensa que encontrarnos con Jesús en nuestra intimidad, en nuestro corazón que siempre nos habla y clama por dentro nuestro por medio del Espíritu Santo, que nos hace llamar a Dios Padre, Abba, Papá.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
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2023-05-16 03:09:49 Comentario a Juan 16, 5-11:

Jesús nunca estuvo solo, aunque haya buscado momentos de soledad. Es lindo pensar en esto, en que Jesús es el modelo perfecto del que nunca estuvo solo, pero al mismo tiempo buscó su momento de soledad. Es increíble pensar que, de la vida de Jesús, en realidad no sabemos tanto como quisiéramos. Los evangelios, en definitiva, cuentan poco y nada sobre su infancia y sobre su vida cotidiana en Nazaret hasta los 30 años, hasta su aparición pública. ¿Qué habrá hecho Jesús en esos años? ¿Cuántas veces se habrá apartado tranquilo a caminar, a descansar, a mirar al cielo, a disfrutar de la naturaleza, a descubrir tanta maravilla en la creación de su Padre? Por otro lado, muchas veces en los evangelios se relatan momentos en los que Jesús se aparta de las multitudes y de sus amigos, para estar en la montaña, para rezar, para estar solo. A eso quería llegar, la soledad buscada, hace bien. La soledad que piensa y se siente, es necesaria en la vida. Vos y yo tenemos que aprender a estar solos, lo decíamos ayer, no toda soledad es mala. ¿Sabemos estar solos? ¿Sabemos quedarnos con nosotros mismos en un momento del día? Si uno parte de la certeza de que en realidad estar solo es una oportunidad para encontrarse con el que no nos dejó solos, no deberíamos tenerle miedo, es difícil, es verdad, por la forma de vida de hoy, pero podemos hacerlo. Es difícil pero no tenemos que tener miedo.
La partida de Jesús, el anuncio de su partida, les trajo a los discípulos una gran tristeza seguramente, lo sabemos. La partida de un ser querido, de un hermano, de un padre, de un hijo, de un pariente, de un amigo, duele mucho. Bueno, Algo del Evangelio de hoy expresa eso… Dice: «Ustedes se han entristecido». Obviamente… ¿Quién no se pondría triste? Ellos no terminaban de entender que era «necesario» que él se vaya, de que «les convenía que él se vaya». Esa es la cierta paradoja de nuestra fe, las ausencias que nos traen presencias distintas, amores distintos. Soledades que nos pueden traer mayores frutos, mayor madurez, mayor convicción de que en realidad jamás estamos solos.
¿Conoces personas que no pueden estar solas, que no pueden estar quietas, que siempre tienen que estar haciendo algo, que parece ser que no pueden disfrutar de la gratuidad de «no estar haciendo nada»? Fíjate si a vos no te pasa lo mismo a veces. A todos nos puede pasar. Como decíamos, el mundo de hoy colabora muchísimo a esta forma frenética en la que vivimos, a esta incapacidad de callarnos, a esta incapacidad de apagar todos los aparatos que nos rodean, toda la tecnología que nos aturde, todas las voces que no nos dejan escucharnos.
Todo es rápido, todo tiene que hacerse ya, siempre tenemos que estar comunicándonos con alguien, casi nunca podemos y sabemos estar solos. Sin embargo, es tan necesario. Es necesario que Jesús se haya ido para que todos podamos encontrarlo en el hoy, en este presente que nos toca vivir; si Jesús no se hubiera ido, no estaríamos escuchando este audio, por ejemplo. Así lo dijo él mismo: «Pero si me voy, se lo enviaré». Es bueno que nos tomemos un tiempo para estar solos, es bueno que también dejemos solos a los que tenemos a nuestro cargo, es bueno que dejemos que los demás sepan estar solos. Pensemos en los de nuestra familia, en nuestros seres queridos. Es bueno que los demás tengan sus tiempos, que dejemos «respirar» a los demás, porque a veces incluso no podemos estar solos y no dejamos que los otros estén solos. Cuando Jesús se apartaba para estar solo, los discípulos lo respetaban, lo dejaban tranquilo. Cuando los discípulos volvían de misionar, Jesús mismo los apartaba un poco para que descansen, para que estén solos.
Preguntémonos si sabemos apartarnos como Jesús para escuchar nuestro corazón y al escuchar nuestro corazón escucharlo a Dios que es nuestro Padre, escuchar al Espíritu que está dentro de nosotros. Podríamos preguntarnos si somos capaces de escuchar la voz interior que nunca nos abandona, que siempre nos hace sentir acompañados.
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2023-05-16 03:09:32 Martes 16 de mayo + VI Martes de Pascua + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 16, 5-11

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: "¿A dónde vas?". Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.
Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.
El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado».

Palabra del Señor.
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2023-05-15 03:04:24
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