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Algo del Evangelio

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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
Cualquier testimonio o consulta escribir a algodelevangelio@gmail.com

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Los últimos mensajes 7

2023-06-05 02:58:03 Comentario a Marcos 12, 1-12:

Buen día, Dios quiera que empecemos una linda semana. Dios quiere que empecemos una buena semana. Acordémonos que no hay mejor manera de empezar el día, de arrancarlo, que estar escuchando la Palabra de Dios. No a mí, ni a otros, sino a la Palabra de Dios. Nunca nos olvidemos de esta verdad y nunca nos cansemos de hacerlo. Yo simplemente transmito con mi lengua, con mis sonidos, lo que Dios quiere decirnos. En definitiva, tenemos que creer que quien habla es el Espíritu Santo. Las palabras que emitimos nosotros, a través de los movimientos de nuestra boca, de nuestra lengua, de la caja de resonancia, de nuestro paladar, del aire que circunda por nuestro cuerpo para finalmente emitir un sonido, simplemente es un instrumento de la voz de Dios.
Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, su Hijo nos ha hablado por medio de palabras humanas que quedaron escritas para siempre en los Evangelios. Y los evangelistas transmitieron lo que Jesús dijo, en definitiva, lo que Dios dijo. Y el Espíritu Santo, ese gran autor de las Escrituras, ese maravilloso huésped de nuestras almas, el que guía a la Iglesia, es el que trae las palabras del pasado al presente y no solo depende de mí al transmitirlas, que surjan efecto, sino que depende de vos que estás escuchando, pero principalmente dependen de él. Y es por eso que muchas veces podemos estar escuchando la Palabra de Dios, y decimos para adentro: Me está hablando a mí. Y claro que te está hablando a vos. Porque es el Espíritu Santo el que te habla. Y hay que abstraerse del que lleva el mensaje y quedarse con el mensaje.
El Espíritu Santo está obrando en nosotros ahora, mientras escuchamos; está tocando el corazón de miles de personas, mientras nosotros escuchamos este audio; está haciendo que algunos se emocionen, que algunos sientan consuelo, que algunos sientan que deben corregir algo que les ayude a encaminar su camino. Tantas obras distintas que hace el Espíritu Santo en las almas de los oyentes, de los que se disponen a escuchar la Palabra de Dios.
Por eso, cuando pones este audio, cuando escuchás la Palabra de Dios, cuando la lees en tu Biblia, no te olvides que es «el Espíritu Santo el que está gimiendo en nuestro interior con sonidos inefables», como dice la Palabra, para poder escuchar lo que Dios nos quiere decir. Afirmemos una vez más nuestra fe y que cuando escuchamos la Palabra de Dios, cuando leemos, por supuesto que es él el que nos habla personalmente al corazón. Yendo a Algo del Evangelio de hoy, podríamos decir que el fin de la parábola que Jesús le cuenta a los fariseos, a los escribas, es revelar la ignorancia del hombre cuando se cree dueño de las cosas que, en realidad, son de Dios. Con esto los confronta con su propia historia, con la historia del pueblo de Israel que rechazó tantos enviados de Dios, pero también con la historia del ser humano, de toda la humanidad, con nuestra historia, con la tuya y con la mía también.
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2023-06-05 02:56:54 Lunes 5 de junio - IX lunes durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 1-12

Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos:
«Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.
De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.
Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: "Respetarán a mi hijo". Pero los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra". Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.
¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?».
Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.

Palabra del Señor.
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2023-06-04 05:29:34 https://youtube.com/live/ykTARHcq6CI?feature=share
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2023-06-04 03:21:00
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2023-06-04 03:20:45
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2023-06-04 03:03:49 Obviamente nunca se llega a decir todo. Jamás podremos decir que podemos conocer a Dios perfectamente. Jamás, porque Dios sigue siendo Dios, pero algo se puede decir. ¿Cuál es ese misterio que se nos reveló? Que Dios es Padre, un Padre que envió a su Hijo al mundo, un Padre que creó todo por su Palabra, que es el Hijo. El Hijo hizo todo por el Padre. Dio su vida por nosotros, obedeciendo al Padre y retornó al Padre para estar sentado a su derecha. Y el Padre también, junto con el Hijo, nos envió al Espíritu, por medio de su Hijo, para santificarnos, para conducirnos a la Verdad que nos hará libres. Todos (la Trinidad) se aman y son amados. No pueden vivir el uno sin el otro y todos existen en y por los otros. Dios Uno pero no solitario. Dios Trino, pero uno solo.
Muy lindo, pero... ¿qué tiene que ver esto con nuestras vidas?, te estarás preguntando. ¿Qué tiene que ver esto que parece tan extraño, y a veces tan difícil de explicar? Dice el Evangelio: «…para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna». Todo el que confía en esto, el que cree que Dios es así, como él es y no como nosotros deseamos que sea, ese tiene Vida, una Vida distinta. Hay que contemplar, más que buscar entender, la maravilla de un Dios que no nos deja solos y que quiere que, conociéndolo, podamos vivir de él y amar como él. Somos creados a su imagen y semejanza, a imagen y semejanza del Hijo; llamados a ir «pareciéndonos» a él, viviendo y siendo hijos como él, haciendo la voluntad del Padre movidos por el Espíritu Santo. Eso es lo que tiene que ir pasando en nuestras vidas. De a poco. Amar y ser amados. Ir divinizándonos, no para ser hombres que se creen dioses, sino para ser hijos que aprenden de la humildad de su Padre. Tenemos que amar tanto como dejar que nos amen. No se puede vivir sin amar y sin ser amados. La Trinidad nos enseña y nos quiere hacer participar de ese amor.
¿Cómo hacemos para vivir esto? Antes que nada, creyendo y confiando que Dios es así. Dios no es cualquier cosa que nosotros nos imaginamos, sino que es como él se reveló. El primer paso es aceptar el amor de este Dios tan amoroso. Dejarse amar y no hablar de Dios como se nos antoja, sino como él nos enseña, creerle a él. Un Dios que ama tanto al mundo que envía a su Hijo a salvarlo y no a condenarlo. ¿Qué más podemos hacer? Adorar a nuestra Trinidad, reconocerla como lo más grande de nuestra vida. Adorarla con nuestra propia vida, con nuestros pensamientos y deseos, queriendo lo mismo que ella quiere: amar y ser amados. Dios no es entonces un ser solitario, tampoco nosotros podemos serlo. Dios no solo quiere ser amado, sino que ama. Esa es la mejor manera de adorarlo. También con nuestra oración diaria, con cada gesto de corazón que hagamos, principalmente, con nuestra adoración en espíritu y en verdad.
Hoy hagamos una señal de la cruz distinta, tomando conciencia de que ese gesto sencillo nos identifica como lo que somos, creyentes en un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que su gloria es que nosotros participemos de su divinidad.
Que tengamos un buen domingo y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
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2023-06-04 03:03:49 Comentario a Juan 3, 16-18:

La primera gran fiesta después de Pentecostés, después de celebrar que el Espíritu Santo se haga presente en la historia, siendo el que le da la vida a la Iglesia, el que le da el alma, y nos da vida a vos y a mí y nos mantiene ahora con deseos de amar y escuchar, de creer, de tener esperanza, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. Como para coronar, de algún modo, todo lo que venimos celebrando, creyendo y rezando a lo largo de todo este año litúrgico que cada año se repite en la Iglesia, pero que nos ayuda a refrescar y a revivir los misterios de nuestra fe, los misterios de Cristo. Dios, entonces, no es un Dios particionado, no es un Dios que está con distintos compartimentos, en discos rígidos, sino que, aunque nosotros tengamos que ir comprendiendo su misterio de a poco, Dios, en definitiva, es un Dios cercano, aunque esté más allá.
Cada vez que hablamos de Dios deberíamos tener en cuenta esto, de que él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cada vez que hablamos de Dios tendríamos que decirnos a nosotros mismos: esto que dije de Dios, ¿es Dios, o es algo de Dios o es lo que yo pienso de Dios? No es que es un poco Padre, un poco Hijo y un poco o algo de Espíritu. Aunque después celebremos una fiesta de Jesús y otra del Espíritu para ayudarnos a comprender, eso no debería desviarnos de lo esencial, de lo que Jesús vino a mostrarnos y a enseñarnos con su vida. Por eso esta fiesta es tan importante. Nuestra fe es un todo, un todo orgánico, un organismo vivo, donde todo tiene que ver con todo y, al desviarme en una cosa, al negar una, toco sin querer la otra, la disminuyo también. Me lleva inevitablemente a desviarme de la otra. Por eso, el cristiano es trinitario. No es solo cristocéntrico, no es solo con Jesús. No es ni solo Jesús, ni solo el Padre, ni solo el Espíritu. Cómo hacen ruido esas espiritualidades en la Iglesia que afirman solo una cosa: solo Jesús, solo el Espíritu, solo el Padre, o a veces ni siquiera el Padre, o solo María, o haciendo solo hincapié en una parte de nuestra fe. Eso nos debería hacer un poco de ruido. Somos de todos y todos son uno. Para eso es esta fiesta, para que no nos olvidemos del misterio más grande de nuestra fe, que no lo conoceríamos si Jesús no lo hubiese revelado, no lo hubiese enseñado, y por eso ya no es un misterio inaccesible, sino que se hizo más cercano a nosotros y aunque jamás podremos comprenderlo completamente, sí podemos acercarnos y dejarnos invadir por él. En realidad, el Misterio significa eso: se hizo accesible, pero, al mismo tiempo, permanece siempre, de algún modo, distante. No podemos amarrarlo a nuestra manera, hacerlo a nuestra medida.
Algo del Evangelio de hoy dice: «Sí». Sí, podríamos decir también nosotros, bien fuerte. «Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único». Es mucho mejor pensar en lo que Dios ama que en lo que Dios tiene para asustarnos. Por eso es lindo pensar en un Dios que ama tanto al mundo, a vos y a mí, en particular, y a todo lo que creó. Nos ama tanto que no quiso «quedarse encerrado», no quiso quedarse acuartelado para siempre, en la eternidad. Quiso salir, quiso venir a buscarnos, quiso abrirnos su corazón para que podamos maravillarnos algo de su gran misterio y podamos enamorarnos de su amor. ¿Cuál es el misterio? ¿Qué es un misterio? Retomo lo anterior. Para nuestra fe, hablar de misterio no es hablar de cosas misteriosas, en el sentido de que nadie puede conocerlas, absolutamente inaccesibles, ocultas, esotéricas, reservada para algunos iluminados, para los que piensan mucho, sino todo lo contrario. Que Dios sea un misterio quiere decir que se reveló, que se quiso mostrar a nosotros. Quiere decir que lo inaccesible se hizo accesible y por eso podemos conocerlo, que corrió el velo, y ahora lo podemos ver. Decir que Dios es un misterio, quiere decir que podemos conocerlo. ¿Lo sabías? Seguramente no, porque no es tan común pensar esto.
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2023-06-04 03:02:58 Domingo 4 de junio + Solemnidad de la Santísima Trinidad(A) + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 16-18

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor.
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2023-06-03 03:09:03
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2023-05-21 04:32:06 https://youtube.com/live/0j2pDuALQqw?feature=share
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