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Algo del Evangelio

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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
Cualquier testimonio o consulta escribir a algodelevangelio@gmail.com

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Los últimos mensajes 6

2023-06-07 03:02:11 Comentario Marcos 12, 18-27:

¡Si los católicos leyéramos más la Palabra de Dios! ¡Si le dedicáramos tanto tiempo a la Palabra de Dios como le dedicamos a las cosas que nos apasionan! ¡Qué distinta sería nuestra vida! ¡Qué distinto sería! ¡Cuánto más amaríamos a Jesús! Mucho de nuestra falta de amor a Dios tiene que ver, concretamente, con no dedicarle el tiempo necesario a conocerlo, todo el tiempo que podríamos, o porque nos hemos quedado con un cristianismo de catecismo doctrinal y, a veces, infantil, y no de un encuentro personal con él, verdadero, especialmente por la oración diaria y sencilla con su Palabra y con la certeza de que es el Espíritu Santo el que trae al hoy la presencia de Jesús. Tenemos que volver a la Palabra, a la escrita y a la que se transmite en la Iglesia de corazón a corazón, lo que se llama TRADICIÓN; la de los santos también, la de las personas con sabiduría que viene de Dios; la que proviene también de la liturgia, celebrada como la Iglesia nos enseña.
Decime si es lo mismo empezar el día escuchando la radio, mirando el celular, mirando la computadora, que escuchando el Evangelio del día. Decime. Pregúntate con sinceridad. Decime si es lo mismo empezar el día saludando a los tuyos, así nomás que dándoles un abrazo en serio, deseándoles que tengan un buen día. ¿Es lo mismo saludar de lejos, que abrazar? Decime si es lo mismo empezar el día encendiendo, como te dije, la computadora y conectándote con vos mismo o con el exterior, o intentando verdaderamente conectarte con el Señor, como se dice así, conectarse. No es lo mismo ¡Probá! Sé que lo estás probando ahora, pero no le aflojes. No le aflojes. Es cada día. Cuando uno empieza el día escuchando la Palabra de Dios, es como que, de algún modo, Dios permanece especialmente en nosotros. No porque Dios no esté, sino porque somos nosotros los que «le dejamos lugar». Somos nosotros los que le abrimos las puertas. «Estoy a la puerta y llamo», dice la misma Palabra. «Estoy a la puerta y llamo». Jesús está golpeando siempre, la manija para abrir está del lado de adentro, nosotros tenemos que abrirla, él no la fuerza, está ahí. Somos nosotros los que empezamos a sentir, de esta manera, así, la presencia de Dios, más «palpable», más real. Por eso, seguí intentando escuchar la Palabra de Dios cada día, al comenzar especialmente. Por supuesto que eso no quita que durante el día podamos y debemos seguir escuchando a Dios, al contrario, eso nos refuerza, y terminar escuchándolo incluso mucho más. ¡Cuántas personas me escriben cada día para decirme: «Padre, desde que escucho la Palabra de Dios, mi vida cambió»! Te lo aseguro hay muchísimos testimonios. ¡Cuánta! No te imaginás, no te imaginás. Te animo a entrar a la página nuestra, a la web Algodelevangelio.org y darte cuenta de tantos testimonios de personas que les está cambiando la vida, y cuántas que ni siquiera escriben, seguramente vos que estás escuchando.
Algo del Evangelio de hoy nos sigue reflejando algunas de las controversias que a Jesús le tocó vivir. A él también lo cuestionaron, ¿o no pensaste en eso? También le tocó lidiar con diferentes grupos dentro del judaísmo de su tiempo –como pasa también hoy en la Iglesia– entre ellos los fariseos. Ayer y hoy, también, con los saduceos. Es lindo escuchar cómo Jesús, de alguna manera, sale al paso de estos cuestionamientos, de esa fea intención que ellos tenían de querer «hacer que pise el palito», que caiga en la trampa, para acusarlo de algo. Los saduceos, ese grupo a diferencia de los fariseos, no creían en la resurrección de los muertos y, por supuesto, no pretendían creer, que eso es lo peor. Por eso ponen a prueba a Jesús, presentándole este caso que parece «difícil», pero no para convencerse o cambiar de opinión, sino para encontrar algo de qué acusarlo. No preguntan para aprender, preguntan para acusar. Y Jesús les responde con esta pregunta, que creo que nos puede ayudar a todos: «¿No será que ustedes están equivocados, por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios?».
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2023-06-07 03:01:09 Miércoles 7 de junio + IX Miércoles durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 18-27

Se acercaron a Jesús unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso: «Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda".
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?».
Jesús les dijo: «¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error».

Palabra del Señor.
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2023-06-06 03:18:08
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2023-06-06 03:15:37 Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
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2023-06-06 03:15:37 Algo del Evangelio de hoy nos enseña muchas cosas, pero una de ellas es que, claramente, Jesús no era insensato. Bueno, esto es muy obvio, ¿no? Fue muy bueno, pero no era insensato. No era un ingenuo. Muchas veces, ante los engaños de los otros, nos conviene responder con preguntas, como lo hacía él. La manera más fácil de desenmascarar un engaño, una hipocresía, y saber qué es lo que realmente busca el otro, es –como decimos acá, en Argentina– «retrucar», o sea, elevar la apuesta. Elevar la apuesta para de algún modo confrontar al otro y probarlo, ver qué es lo que responde. Jesús no se dejó engañar por los soberbios de este mundo, que querían que pise el palito o la trampa, y se equivoque, para acusarlo de algo. Por eso, primero lo adularon un poco. Lo adulan en Algo del Evangelio de hoy. Si respondía que había que pagar el impuesto, lo iban a acusar de estar a favor del imperio y en contra de su pueblo y de Dios; si respondía que no había que pagarlo, lo iban a acusar de rebelde, de no someterse a la ley de ese tiempo. Qué cosa tan actual también para nosotros hoy. Qué difícil que es diferenciar qué es lo que es de Dios y qué es lo que es de los hombres, lo que es de los que nos gobiernan, y de nosotros, nuestra independencia sana. Por eso, no podía haber mejor respuesta que la de Jesús: «Den al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios». Podría ser algo así también: «Esa moneda que tienen en la mano es del emperador, tiene la cara de él, está su cara, pero el corazón finalmente es de Dios, y por eso hay que dárselo a él. En sus corazones está grabada la imagen de Dios, la imagen del Padre está grabada en nuestras almas». ¡Qué maravilla, qué lindo! Cada cosa en su lugar y no dejarse engañar. Eso es lo que tenemos que hacer.
Los cristianos estamos en este mundo y es lindo el mundo que Dios nos dio. Es para agradecer, como decíamos ayer. Pero, al mismo tiempo, no somos de este mundo, somos para otro mundo. No somos para este mundo. Por eso, hay que darle a este mundo, lo que es de este mundo, lo poco que podemos darle, pero a Dios, lo que es de él. ¿Y qué le corresponde al mundo? Es lo que tenemos que aprender a discernir y distinguir. Seguramente, muchas cosas, pero jamás todo el corazón. ¡Cuidado! No le des tu corazón a ningún político, a ningún líder humano, a nadie, a ningún ídolo. ¿Qué tenemos que darle a Dios? Todo, porque todo es de él, especialmente nuestro corazón, que es su «imagen y semejanza». ¿Te acordás de la parábola de ayer? La viña es de él, el mundo es de él, todo fue puesto por él y para él, y por eso todos los frutos son para él. Sin embargo, «este mundo» nos hace olvidarnos quién es el verdadero «César». Con mayúscula, DIOS ES EL VERDADERO REY DE NUESTRA VIDA, el que la debe gobernar. Los reyes de este mundo, los gobernadores de este mundo pasan y pasan, los presidentes también. A ellos les gusta que sus nombres queden grabados en diferentes lugares, en monedas, en billetes, calles, monumentos, lugares públicos y tantas cosas más, pero el único que merece ser grabado en nuestro corazón es Dios, el Dios hecho hombre, Jesús. ¿Entendemos esta verdad tan hermosa, tan maravillosa?
La respuesta de Jesús pone las cosas en su lugar. Da la verdadera jerarquía a las cosas que nosotros, a veces, perdemos de vista. Somos de Dios y para Dios. Dios o nada. Pero, al mismo tiempo, debemos en este mundo cumplir las leyes que nos rigen y nos ayudan a vivir en la sociedad buscando el bien común, por supuesto las que no contradicen la ley de Dios. Un buen cristiano es un buen ciudadano. San Pablo recomendaba rezar por los gobernantes y, de alguna manera, someterse a ellos, porque eran designados por Dios, pero ¡cuidado! A Dios lo que es de Dios. Un buen hijo de Dios cumple las leyes que se orientan al bien común, pero rechaza las leyes que atentan contra el amor de Dios y sus mandamientos. ¿Lo entendemos? «A Dios lo que es de Dios». O sea, ¡todo nuestro corazón, toda nuestra vida!
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2023-06-06 03:15:36 Comentario a Marcos 12, 13-17:

No se puede leer la vida de Jesús por partes. No es suficiente. No alcanza con sacar frases lindas del Evangelio e interpretarlas a nuestra manera. Hay que animarse a todo, a mucho más, a conocerlo de pies a cabeza, hasta el fondo del corazón, conocerlo internamente, como decía san Ignacio. Por eso, te pregunto y me pregunto: ¿Cuántos libros enteros has leído en tu vida? ¿Cuánto tiempo le dedicaste en tu vida a muchas páginas de periódicos y revistas, libros y más libros? Seguramente mucho o por ahí no tanto, no importa, en realidad, la cantidad que hayas leído. Ni hablar de películas o televisión, series que a veces vemos. Por eso, ahora podemos animarnos a preguntarnos… ¿Leíste alguna vez los Evangelios enteros, de corrido, o día en día? ¿Leíste alguna vez todos los Evangelios en donde se relata la vida de aquel que decimos que amamos y seguimos? ¿Los leíste? ¿Los escuchaste? ¿Los meditaste? Es necesario que nos hagamos estas preguntas con sinceridad, porque no se conoce bien a Jesús cuando pretendemos conocerlo por partes, o por comentarios de otros, por más buenos que seamos, a veces, los sacerdotes, o intentemos serlo, o que hablemos en nombre de Dios, no alcanza con escuchar frases lindas o leer frases motivadoras del Evangelio, dispersas por ahí, que hay tantas en las redes. Es imposible ser cristiano enamorado sin contacto real con la Palabra de Dios. Alguna vez te lo he dicho, pero, por eso, afirmo una vez más, que es necesario escuchar el Evangelio, el cometario es accesorio, pero fundamentalmente hay que escuchar el Evangelio y tratar de desmenuzarlo.
Alguna vez también dije: Si lees mucho de filosofía, serás filósofo… Si lees mucho de fútbol, serás especialista en fútbol… Si te interesa la decoración, aprenderás de decoración, serás experta en decoración… Si escuchás y meditás mucho la Palabra de Dios, cada día, serás experto en Jesús. ¿Hay algo mejor? ¿Hay algo mejor? Serás cristiano, en serio. Porque ser cristiano es eso, amar a Jesús con todo el corazón. Lo mismo pasa con nosotros los sacerdotes: o comentamos la palabra de Dios, leyéndola y mostrándola, manifestándola, o nos predicamos a nosotros mismos, con lindas ideas, muy lindas, pero no las de Jesús.
Me acuerdo esa anécdota del padre Hurtado, cuando se acercó un estudiante, un seminarista, a preguntarle en qué se debía especializar, después de ordenarse sacerdote, en qué carrera, en qué licenciatura. Y san Alberto Hurtado le contestó maravillosamente: «Especialízate en Jesucristo». No se puede hablar de Jesús. No se puede hablar de Dios, sin dejar que hable él, sin conocerlo verdaderamente. Tan sencillo y difícil como eso. Cuando perdemos el contacto con lo que da sentido a nuestra vida, o con lo que debería darlo, para lo cual nos consagramos nosotros, los sacerdotes, somos capaces de hacer y decir cualquier cosa, como seguramente escucharás tantas por ahí. Es fundamental que volvamos a las fuentes, a la raíz de nuestra fe, a lo más profundo, todos, todos los cristianos para volver a sentir la frescura del Evangelio y encontrarnos con el Jesús que nos quisieron enseñar los que escribieron los Evangelios. Hay que animarse a leer el Evangelio de Marcos entero y saborearlo poco a poco. Cuenta la historia que algunos santos se sabían el Evangelio de Marcos casi de memoria, de tanto leerlo y meditarlo. Bueno, en la época donde no había tantos medios y cosas que nos hacen perder la memoria, parecía fácil. Pero ¡qué lejos estamos nosotros a veces, de tanto amor!
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2023-06-06 03:14:31 Martes 6 de junio + IX martes durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 13-17

Le enviaron a Jesús unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones. Ellos fueron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarlo o no?»
Pero Él, conociendo su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario».
Cuando se lo mostraron, preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?».
Respondieron: «Del César».
Entonces Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios».
Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.

Palabra del Señor.
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2023-06-05 03:06:27

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2023-06-05 02:59:36
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2023-06-05 02:58:03 Dios, que nos ha dado todo, nos dio todo, plantó una viña, para que podamos vivir y alimentarnos de ella, o sea, nos dio todo este mundo. La creación maravillosa que nos rodea la «cercó» de alguna manera con su amor. Le puso ciertas normas, ciertas reglas que teníamos que respetar. Las normas que nos quieren conducir a vivir la vida entre nosotros en paz: los mandamientos, su Palabra. Nos dejó también «una torre de vigilancia» porque también, de alguna manera, se quedó él entre nosotros, para custodiarnos, no para castigarnos, como Padre que ama. ¿Y nosotros qué hacemos?, ¿qué hizo el hombre? ¿Qué hacemos a veces sin querer? Matamos a los enviados de Dios que vienen a buscar lo que, en realidad, es de él, y no nos damos cuenta de que él se hizo presente en muchísimos momentos de la historia, de la tuya y de la mía. Pero, pensemos en la nuestra, en la personal. También nosotros, a veces, sin querer nos «adueñamos» de las cosas de Dios, de los frutos de esa viña que él nos regaló. Muchas veces no nos damos cuenta y no dejamos que él venga a cosechar lo que es de él. Nada es nuestro. Todo es de él. Nada es de nadie y todo es de todos. Nadie puede decir que es dueño de las cosas y de la creación, solamente un corazón soberbio. Nadie puede adueñarse de las gracias y de los carismas que Dios regala.
Todo esto, que parece tan extraño, es así; es el plan original de Dios Padre, que el hombre se encargó de destruir lentamente y Jesús vino a reparar. No pensemos que todo lo que nos rodea es «mérito» nuestro, todo lo que hicimos. ¿Quién decide qué es lo que se merece cada uno? En realidad ¿no nos merecemos, de alguna manera, todos lo mismo o en la medida que podemos recibirlo? Tenemos que aprender a compartir, y a no pensar que las cosas que alcanzamos a tener en la vida son puro mérito nuestro. ¿Quién puede decir que todo lo que tiene es mérito propio?, ¿quién puede decir eso? Cuidado con adueñarnos de los regalos que Dios nos dio y los hemos hecho fructificar por nuestro esfuerzo. Es verdad. Cuidado con adueñarnos de las gracias del Padre. Cuidado con adueñarnos de las cosas de este mundo, de la Iglesia, de nuestro servicio, de nuestra comunidad, de nuestra parroquia. ¡Cuidado! Todo es gracia. Todo es don de Dios.
Si no aprendemos a mirar la vida de esa manera, podemos ser como estos hombres, que van matando lentamente a los enviados de Dios, que vienen a buscar a nuestra viña los frutos que le corresponden a él. Si miráramos la historia de la vida así, si miráramos la historia de nuestra propia vida así, con qué gratitud viviríamos, con qué gratitud transitaríamos cada día...
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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p. Rodrigo Aguilar
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