2023-06-10 03:01:46
Comentario a Marcos 12, 38-44:
Terminamos una nueva semana acompañados de las palabras de Dios, de las palabras que no pasan, que permanecen para siempre, de corazón en corazón, de generación en generación hasta el fin de los tiempos, aun cuando todo lo que vemos pase. Palabras de Dios, palabras que quedaron grabadas para siempre en la Sagrada Escritura, en papeles, por aquellos que inspirados por él las escribieron, inspirados por el Espíritu Santo y también grabadas, ya no en tablas como en el Antiguo Testamento, en tablas de piedras, sino grabadas en cada corazón que las cree y las lleva a la vida, a la práctica. Por eso, podríamos quedarnos sin Biblia, sin papel escrito de las palabras de Dios, cosa que sería imposible, pero pensemos en algo un poco drástico, que se acaben todos los libros, que se destruyan todos los lugares donde está guardada la Palabra de Dios. Sin embargo, la Palabra de Dios permanece en tu corazón y en el mío cuando las vivimos. Jamás pasarán.
Hay palabras o frases de la Sagrada Escritura que es bueno, por eso, no dejarlas, de alguna manera, «pasar» fácilmente. ¡Qué lindo intentar seguir repasándolas por el corazón!, porque son claves, son importantes. Son palabras que engendran otras palabras, actitudes, formas de vivir. Podríamos decir que engendran actitudes distintas en nosotros. Palabras que nos ayudan a cambiar de pensamiento, palabras que no pasan jamás, pero que hay que hacerlas vivir y revivir una y otra vez. ¿Cómo hacer para hacerlas revivir? Viviéndolas nosotros, llevándolas a la práctica, no dejando que caigan en corazones agujereados, sino en corazones dispuestos a hacerlas carne. ¿Qué palabra de Dios te representa a vos? ¿Con qué palabra de Dios creés que los demás te recordarán el día que te toque partir? ¿Qué palabra de Dios mostrás al mundo que no cree? Es lindo pensarlo así. Es lindo pensar que cada uno de nosotros, de algún modo, como en el gran libro de la vida, en el gran libro que Dios quiere mostrarle a la humanidad, de alguna manera, cada uno de nosotros es como una palabra que forma todo el mensaje de Dios. Y es bueno pensar cuál es la que a mí me encontró, porque la palabra de Dios, de alguna manera, nos encuentra, nos topa por el camino.
Por eso, muchas veces te propongo repasar Algo del Evangelio de la semana. Creo que es una ayuda más, un paso más que podemos dar. Sin embargo, en este sábado te propongo que meditemos el de este día. Se puede decir que todo el Evangelio, todos los textos del Evangelio, son como un drama entre los que necesitan ser salvados, y lo demuestran con sus actitudes, y los que no necesitan salvación y están orgullosos de eso, los que se creen tenerlo todo y no necesitan de nadie. Te diría que toda la historia de la humanidad es la historia de los que se creen salvados por sí mismos, por el poder, por el dinero, por el prestigio, por la fama, incluso por una religiosidad del cumplimiento, por sus propios planes y miles de cosas más, y de los que nunca se consideran salvados por alguna circunstancia humana, por el contexto en el que viven, sino son los que siempre manifiestan que la salvación finalmente, obviamente, es un regalo. Es un regalo que viene de lo alto y no de este mundo material, a través de él, pero no desde él, y Jesús, en el medio de la historia, en todo sentido, queriendo mostrarnos con su amor, que la verdadera salvación no viene de los poderes de este mundo, sino que viene de su amor misericordioso, de su corazón que ama hasta el extremo, y que desde la cruz nos sigue diciendo que no vale la pena «bajarse de la cruz” y no querer sacrificarse por el amor, sino que vale la pena amar hasta el fin; que no vale la pena querer ocupar los primeros puestos, ser saludados en las plazas, en los lugares públicos, ser aplaudidos por los demás. No vale la pena, sino que lo que vale la pena es otra cosa.
Por eso, la viuda humilde de Algo del Evangelio de hoy, una viuda pobre, mejor dicho, dio más que nadie.
442 views00:01