Get Mystery Box with random crypto!

Algo del Evangelio

Logotipo del canal de telegramas algodelevangelio - Algo del Evangelio A
Logotipo del canal de telegramas algodelevangelio - Algo del Evangelio
Dirección del canal: @algodelevangelio
Categorías: Religión
Idioma: Español
Suscriptores: 11.93K
Descripción del canal

El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
Cualquier testimonio o consulta escribir a algodelevangelio@gmail.com

Ratings & Reviews

2.00

3 reviews

Reviews can be left only by registered users. All reviews are moderated by admins.

5 stars

0

4 stars

0

3 stars

1

2 stars

1

1 stars

1


Los últimos mensajes 5

2023-06-09 03:09:14
663 views00:09
Abrir / Cómo
2023-06-09 03:02:13 Al que le agrada una realidad, una persona, una situación, escucha mucho mejor que aquel que oye pensando que el otro termine, para dejar de verlo, para irse. Oye pensando por adentro: ¿Qué me va a enseñar este a mí? Oye con actitud de soberbia o despectiva. Oye mirando a otro lado. Por eso podemos preguntarnos hoy: ¿Te agrada escuchar a Jesús más allá de que algún día comprendas un poco más o menos? ¿Cómo escuchás la Palabra de Dios de cada día? ¿Cómo la lees: como queriendo terminar para hacer otra cosa o como queriendo que el tiempo no exista para no medirlo?
Podemos pasarnos años oyendo la Palabra de Dios y no escuchándola. Podemos pasarnos años con personas y no haberlas escuchado nunca. ¡Qué triste! Podemos haber pasado años yendo a misa y no haber escuchado verdaderamente la Palabra de Dios. Podemos habernos pasado años oyendo audios con la Palabra, pero no escuchar nada. Eso es la pena más grande, porque el que vive así, solo se escucha así mismo, su criterio es solo él mismo. No tiene otro parámetro que sus pensamientos y sentimientos. Y así vive, en su mundo, creyendo que su mundo es el único y el mejor. ¡Qué triste! Pero no es para que nos desanimemos, sino para que nos tomemos en serio esto. Para que no perdamos el tiempo, para que podamos volver a poner el centro de nuestros amores en la familia, el trabajo, las comunidades, la escucha sincera, para saber quién es el otro y qué necesita. Sin este camino, el amor entre nosotros se basa en lo que nosotros pensamos que el otro necesita y no en lo que realmente necesita. Por ahí nos pasamos años dándole a nuestro marido, a nuestra mujer, a nuestros hijos, hermanos, jefes, empleados, amigos, lo que únicamente nosotros consideramos necesario para ellos, o lo que me dijeron que el otro necesita. Sin embargo, el amor es «buscar el bien del otro» y para conocer el bien del otro, necesito que el otro me lo exprese y así discernir si puedo o no dárselo. Bueno, todo un arte, amar como Dios quiere es un arte que se aprende. Escuchar como él quiere es un arte que se aprende. No es una receta que se aplica para todos igual y se obliga. ¿Y si empezamos al revés? Empecemos por lo menos haciendo el esfuerzo para que nos agrade más escuchar que hablar. Empecemos por lo menos haciendo cada día el esfuerzo para no solo oír el Evangelio, sino escucharlo, meditarlo, contemplarlo y vivirlo.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
715 views00:02
Abrir / Cómo
2023-06-09 03:02:13 Comentario a Marcos 12, 35-37:

Escuchar, como decíamos ayer, no es lo mismo que oír. Qué bueno que empecemos este día intentando escuchar en serio. Oír es la capacidad «humana» de percibir los sonidos. Oye el que tiene oído y sus componentes internos para oír, y no es algo que decidimos o nos planteamos o lo pensamos, excepto que decidamos taparnos los oídos. Se da naturalmente. Es una capacidad que Dios nos ha dado y nos permite recibir la comunicación con los otros y de lo que nos rodea.
Oímos cosas continuamente. Es un acto reflejo, involuntario. Aunque a veces, como decía, podemos hacernos los distraídos para no oír, como a veces hacíamos de chicos cuando no queríamos escuchar a un hermano, una hermana, y, nos peleábamos y nos tapábamos los oídos, decíamos: «¡No te escucho, no te escucho!». Pero por el oído entran a nuestros pensamientos y al corazón gran parte de la realidad que percibimos y que después procesamos internamente y afecta a todo lo que somos y hacemos. Es como un alimento del espíritu. El oído también es ese lugar donde entra aquello que nos alimenta, que nos hace muchas veces «ser como somos». Nos va conformando o deformando, o las dos cosas al mismo tiempo. O, en algunos aspectos, nos deformamos y, en otros, nos vamos conformando, o sea, tomando una forma distinta. Nos va «conformando» al corazón de Jesús cuando escuchamos la palabra de Dios que nos enseña que estamos hechos para amar a su Padre y al prójimo, o nos va «deformando» los pensamientos y el corazón para terminar escuchándonos solo a nosotros y nuestros egoísmos, o solo a personas que, en el fondo, nos hacen mal cuando no tenemos esa capacidad de discernir si lo que oímos es bueno o malo. Es así. Por eso es bueno que oigamos cosas lindas, que cuidemos nuestros oídos y el de nuestros hijos, especialmente el de los más pequeños, porque por ahí entran palabras y sonidos que nos ayudan, o no, a ser mejores hijos de Dios. Es difícil aprender a escuchar a Dios, es bastante difícil escuchar a Jesús, si nuestros oídos están acostumbrados a oír cualquier cosa, cualquier ruido, cualquier palabra, como si fuera todo lo mismo. ¿Pensaste en esto alguna vez? ¿Lo pensamos? ¿No nos damos cuenta que es bueno que tus hijos y nuestros hijos escuchen cosas lindas, que les hagan bien? Tantas cosas malas dejamos que escuchen nuestros hijos. Si empezamos el día y terminamos el día con el noticiero, las malas noticias, con música que aturde… difícilmente a nuestros oídos puedan agradarle las palabras de Jesús que intentamos después rumiar para poder escucharlas verdaderamente.
En cambio, escuchar es algo distinto. Algo distinto a oír. Cuando escuchamos es como que ponemos también el corazón y con el corazón ponemos también el cuerpo. Ponemos más en juego todo lo que somos. Es lindo hablar con esas personas que no solo te oyen, sino que te escuchan. Y qué difícil es encontrar esas personas que realmente escuchan y les interesa lo que uno está diciendo. Es lindo cuando al hablar te miran a los ojos, no están moviéndose como queriendo irse, no están queriendo interrumpir la conversación para meter su «bocado». Por eso escuchar es otra cosa. Por eso el mandamiento de ayer decía: «¡Escucha! Poné el corazón». Escuchá. Poné el corazón al oír. No se ama diciendo de la boca para afuera que se ama, sino que se ama con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, con el espíritu, con todo el ser. Se ama escuchando. Y escuchando cosas lindas, palabras de Dios, el corazón se va entrenando para la escucha que necesitamos realizar entre nosotros.
Algo del Evangelio de hoy habla del agrado con el cual escuchaban a Jesús. «La multitud escuchaba a Jesús con agrado», dice. No sabemos si lo comprendían o no perfectamente, pero, por lo menos, a diferencia de los fariseos, escribas y doctores, esta gente escuchaba con agrado. Ese es el comienzo de la comprensión, escuchar con agrado. Si algo nos desagrada, difícilmente escucharemos, por ahí solo oiremos, o cerraremos la cortina del corazón.
680 views00:02
Abrir / Cómo
2023-06-09 03:01:52 Viernes 9 de junio + IX Viernes durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 35-37

Jesús se puso a enseñar en el templo y preguntaba: «¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David ha dicho, movido por el Espíritu Santo:
"Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga
a tus enemigos debajo de tus pies".
Si el mismo David lo llama "Señor", ¿cómo puede ser hijo suyo?».
La multitud escuchaba a Jesús con agrado.

Palabra del Señor.
709 views00:01
Abrir / Cómo
2023-06-08 03:04:55
738 views00:04
Abrir / Cómo
2023-06-08 03:02:47 Si no escuchamos a Jesús, no hay posibilidad de amar a Dios con todas las fuerzas y al prójimo como él lo desea. La escucha diaria, continua, paciente, perseverante, es la que nos pone en el camino del amor. Si escuchamos a Jesús, amaremos, si no escuchamos, no amaremos. ¿Vos creés que amás y no escuchás? ¿Vos creés que amás y nos sos capaz de estar un tiempo sentado, escuchando al que decís que amás?
Te propongo y me propongo que hoy empecemos con estas palabras de Jesús, estos mandamientos, no como un mandato impuesto desde afuera, sino como una promesa que él mismo nos hace si aprendemos a escuchar. Amarás… Amarás. Si escuchás, vas a poder amar. Si escuchás, vas a empezar a encontrar motivos para amar. Si escuchás a ese que no querés escuchar, lo vas a empezar a conocer y, conociéndolo, inevitablemente, algún día lo amarás. La escucha sincera conduce al amor. Es imposible escuchar a Dios y no amarlo. Por eso, te habrá pasado y te estará pasando que la Palabra de Dios te va enamorando, te va atrapando, te va generando una gran «atracción» que te enamora. Si escuchás todos los días la Palabra de Dios, cuando menos te des cuenta lo estarás amando «con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas». Si escuchás mejor y de corazón a tu prójimo, tarde o temprano terminarás amándolo, porque lo conocerás y no se puede no amar algo, que es «imagen y semejanza de Dios» que es nuestro Padre.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
766 views00:02
Abrir / Cómo
2023-06-08 03:02:47 Comentario a Marcos 12, 28-34:

No solo hay que leer, sino que hay que leer con atención. Hay que leer escuchando, de alguna manera. Es verdad que leer los Evangelios nos va introduciendo lentamente en el corazón de Jesús, casi por inercia, por ósmosis, como se dice. Nos va introduciendo en el misterio de su vida, pero también es verdad que no pasa por leer solamente u oír así no más, como quien lee una historia cualquiera, una novela, sino que es un leer distinto. Es un leer creyente, con fe… es un leer que escucha y saborea día a día. Es un leer que implica mucho corazón. Sé que esto que te planteo parece un poco imposible, algo imposible, pero no lo es si empezamos a experimentarlo y a disfrutar de la Palabra de Dios y nos empieza a gustar. «Gusten y vean qué bueno es el Señor», dice un Salmo. Si la escuchamos así, si la leemos así, la empezaremos a desear.
Alguien me dijo una vez: «Padre, recién ahora, con 4 hijos estoy aprendiendo a ser padre». Las cosas en la vida son fáciles al leerlas, al estudiarlas, cuando nos la cuentan, sin embargo, no lo son cuando las vivimos. No son parte de nuestra vida hasta que no las experimentamos en carne propia, no hacemos la experiencia y la asimilamos. Puedo saber de memoria el Evangelio, citarlo de lado a lado, de memoria, contrarrestar a todo el mundo que me habla y yo le contesto con la Palabra de Dios, pero puedo no vivirla. Puedo todavía no entenderlo, no aceptarlo, en el fondo. El Evangelio se vive cuando en todo «veo, huelo, siento, gusto y toco», de alguna manera, a Jesús. Cuando todo lo que leo, tanto lo que me cae bien como lo difícil, lo veo después «en la calle», en la vida concreta. Lo veo y experimento en el mundo.
Las palabras de Dios son fuente de vida que enseñan a vivir bien y vivir como hijos de Dios, como Dios quiere, «como Dios manda», como se dice… marcan el rumbo de cada acción e iluminan, poco a poco, los pensamientos. «¡Escucha, hija, mira y presta atención! Olvida tu pueblo y tu casa paterna, y el rey se prendará de tu hermosura. Él es tu señor: inclínate ante él», dice el Salmo 45. Así habla Dios y ¿por qué no adaptarlo en este día para nosotros? «Escuchá hijo, escuchá hija, mirá, prestá atención, olvidá lo que tenés que hacer hoy. Olvídate por un rato de tus preocupaciones, olvidá tus afectos por un momento, olvidá lo que te inquieta, lo que tenés que hacer, lo que pensás que es importante. El rey, tu Dios, que es tu Padre, se enamorará de tu hermosura». Está enamorado de tu hermosura una vez más, estés como estés, de la hermosura de tu corazón, triste puede ser, encerrado, cabizbajo, como no sabiendo para dónde ir, pero él está enamorado de nuestra hermosura. El corazón que solo él conoce y solo él puede descubrir. Pero solo nos pide una cosa: tenemos que reconocer que es nuestro Señor, inclinarnos ante él. Quise empezar así el audio de hoy, porque las palabras de Jesús en Algo del Evangelio son una invitación clara a escuchar. En realidad, Jesús viene respondiendo discusiones y pruebas que le ponen, y se podrían decir muchísimas cosas de la respuesta de Jesús. Pero quería centrarme en una que a veces pasa desapercibida a nuestro paladar cristiano, a nuestro paladar del corazón, que a veces no escuchamos la primera palabra importante del mandamiento más importante. ESCUCHA, ESCUCHA.
En otros Evangelios se tendrá tiempo de pensar y rezar en la unidad de los dos mandamientos; algo que creo que ya sabés, las dos cosas. Amando a nuestros hermanos, amamos a Dios. No se puede separar el amor de Dios del amor del prójimo. Amamos más a Dios cuando más amamos a los otros y amamos más a los demás, cuando más amamos a Dios. Pero, de hace cuánto que no reflexionamos sobre el hecho de ESCUCHAR. Lo primero que no hacemos y deberíamos hacer, a veces, en el día, es escuchar. Es leer, pero escuchando. Me dirás: «Bueno, padre, yo estuve escuchando el audio, te estoy escuchando». Pero te diré que ahora estás oyendo, porque escuchar es otra cosa, es un paso más. Se puede escuchar sin oír ningún sonido, se puede oír y escuchar al mismo tiempo.
675 views00:02
Abrir / Cómo
2023-06-08 03:02:27 Jueves 8 de junio + IX Jueves durante el año + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 28-34

Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Jesús respondió: «El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos».
El escriba le dijo: «Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios».
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: «Tú no estás lejos del Reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.
751 views00:02
Abrir / Cómo
2023-06-07 03:03:14
983 views00:03
Abrir / Cómo
2023-06-07 03:02:11 ¿No será que nosotros cuestionamos cosas de Dios y a Dios y a la Iglesia, incluso, porque no comprendemos la Palabra de Dios, porque no comprendemos las Escrituras, porque no nos sentamos a estudiarla, ni a pensarla y analizarla, o aprender de otros? ¿O porque no nos abrimos a lo que Dios nos enseña a través de la sabiduría de la Iglesia? Muchas personas cuestionan, pero no se han puesto a investigar y a pensar. Pueden superar esa ignorancia pero no lo hacen.
Creo que esta es la clave del Evangelio de hoy, la cuestión más importante. Más allá de lo que Jesús afirma sobre la resurrección, que Dios es un Dios de vivos, obviamente, no un Dios de muertos. Dios nos creó para la vida y nos dio la oportunidad, con su muerte y resurrección, de poder resucitar algún día y vivir eternamente en un «nuevo cielo y una nueva tierra», donde resucitaremos y recuperaremos, de algún modo, nuestro cuerpo. Y en este estado, ya no habrá «amores exclusivos», ya no habrá «amores posesivos», que en el fondo no es amor, sino que seremos todos hermanos para siempre. Y por eso, no habrá matrimonios. Esto, como me hacen reír algunos matrimonios, es una buena noticia para unos y para otros no tanto, pero, en definitiva, es lo que dice la Palabra de Dios. A eso se refiere Jesús.
Esto alguna vez ya lo comentamos cuando hablamos de la resurrección. Pero lo importante hoy me parece que es el fondo de la cuestión. La actitud de los saduceos es muchas veces la nuestra ante las cosas de Dios y de muchas cosas que nos rodean y no comprendemos. Vamos con nuestros preconceptos, prejuicios, pretendiendo, o sea, pre-entendiendo antes, y pretendiendo que los demás nos respondan lo que, en el fondo, nosotros queremos escuchar, en realidad debería ser al revés. No comprendemos a Jesús porque no lo dejamos hablar o porque lo escuchamos con un «filtro» a nuestra medida. No comprendemos la Palabra de Dios y por eso cuestionamos ¡Cuidado con esa actitud!, ¡cuidado porque es falta de humildad!
Lo que deberíamos hacer en nuestra vida, nuestra vida de fe, es precisamente lo que propuse al principio: escuchar la Palabra de Dios. Buscar comprenderla dejándonos ayudar por la Iglesia y preguntarle a Dios lo que nos quiere decir. Preguntar lo que significa cada pasaje de la Escritura al Espíritu Santo para aprender de ella cada día, con mucha humildad. Queriendo aprender lo que Dios nos tiene para decir en cada momento de nuestras vidas.
Que tengamos un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

www.algodelevangelio.org
algodelevangelio@gmail.com
p. Rodrigo Aguilar
968 views00:02
Abrir / Cómo