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Algo del Evangelio

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El evangelio de cada día con un breve comentario, en formato de audio, realizado por el Padre Rodrigo Aguilar, Diócesis de San Miguel, Buenos Aires, Argentina. www.algodelevangelio.org
Cualquier testimonio o consulta escribir a algodelevangelio@gmail.com

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Los últimos mensajes 8

2023-05-21 04:24:37
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2023-05-21 04:23:52
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2023-05-21 04:13:40 Desde que él ascendió a los cielos, desde que él está en todos lados, millones de corazones comprendieron esta verdad y dejaron que él reine en sus vidas. Porque Jesús reina, aunque muchas veces no nos demos cuenta. Jesús reina en la medida que lo dejamos reinar. Él reina y reinará plenamente cuando venga glorioso al final de los tiempos.
Mientras tanto, tenemos que creer en esto: Él está a la derecha del padre para interceder por nosotros. Que Jesús esté en «el cielo» quiere decir que está y estará siempre, en todo tiempo y lugar. Quiere decir que ya estamos con él de alguna manera junto al Padre, somos uno con él. Finalmente, también quiere decir que es el Rey y quiere reinar en tu corazón y en el mío. Quiere que lo amemos para que, junto al Padre, él pueda vivir en nosotros.
Hagamos hoy el intento de mirar al cielo, simbólicamente, para cruzarnos las miradas con Jesús, que está en el cielo, pero está con nosotros. Mirémonos, pero sabiendo que no es una despedida total, sino que es la despedida a medias. Miremos a Jesús que está en el cielo pero que está en cada hombre que lo ama y en cada ser humano que sufre. Jesús en realidad no se fue, se quedó para siempre, especialmente en la Eucaristía, especialmente en los corazones de los pobres, de los que sufren, de los abandonados, de los que creen y lo aman. ¿Creemos en esto? Por eso, no nos quedemos mirando al cielo como llorando, como creyendo que ya no está. Miremos al cielo de nuestro alrededor y confiemos que él estará siempre con nosotros, hasta que vuelva. Miremos el cielo de nuestro corazón, hablémosle con confianza y demos cuenta de que él quiere reinar y quiere ayudarnos a que el amor reine en nuestra vidas.
Que tengamos un buen domingo y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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p. Rodrigo Aguilar
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2023-05-21 04:13:40 Comentario a Mateo 28, 16-20:

«¿Por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir», dice la primera lectura de este domingo. Los discípulos hicieron lo que cualquiera de nosotros hubiera hecho, siguieron mirando al cielo, pero en realidad miraron a Jesús mientras partía. ¿Será que Jesús también los miraba mientras se iba? Seguro que sí. Creo que sí. Imaginemos ese momento: Jesús ascendiendo a los cielos, el corazón triste de los discípulos al ver que su amigo se iba, él bendiciéndolos y tratando de explicarles, de mostrarles que, en realidad, no se estaba yendo, bueno, sí, físicamente sí, pero que iba a permanecer de una manera distinta y para siempre.
Hoy celebramos la Ascensión del Señor a los cielos, una fiesta maravillosa que nos ayuda a comprender una vez más que él está siempre con nosotros hasta el fin del mundo.
¿Recordás alguna vez en tu vida alguna despedida que te hizo quedarte mirando al que se iba? Siempre me acuerdo, cuando de adolescente, viajaba en colectivo, en ómnibus, como se dice, o en bus –como se dice en algunos lugares–, cuando iba a mi tierra, donde nací, y miraba las despedidas de la gente en las terminales. Me encantaba ver eso, cuando se estaba yendo el ómnibus y se saludaban por la ventana, se miraban y lloraban. Era enternecedor. Me imagino que recordarás o tendrás esa experiencia también en tu vida. Cuando no se mira, mientras uno se despide, en el fondo, cuando veíamos una persona que no miraba, era porque en el fondo no quería sufrir demasiado, pero en realidad sí quería mirar. Es triste ver en las terminales o en los aeropuertos también, las despedidas de los familiares o amigos. En los ómnibus, como te decía, el que va arriba se queda mirando por la ventana, como queriendo abrazar a los que se quedan, y los que se quedan, saludan desde abajo, como queriendo retener al que se va. En los aeropuertos es distinto. Pero existen también esas despedidas antes de embarcar al avión, antes de entrar a la zona donde se tiene que embarcar. Miradas que quieren retener el amor que parece que no vuelve. Podríamos imaginar algo así en este día de la Ascensión del Señor. Como te planteé al principio, una partida, una despedida, pero sin medio de transporte moderno, con una gran diferencia, una despedida con permanencia asegurada. Qué extraño. Algo difícil para nuestro entendimiento.
Retomando esto de los discípulos que se quedaron mirando al cielo, podríamos decir que seguir mirando al cielo pensando que Jesús no estará más entre nosotros, es no entender que el cielo en realidad no es un lugar, es un estado del alma, un estado del corazón, una forma de vivir podríamos decir, una nueva forma de estar.
Jesús ascendió, Jesús volvió a su «lugar», pero en realidad su lugar hoy es todo lugar, es estar en todo lugar. Esta es su promesa: «Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo». Fue una partida necesaria para quedarse siempre con nosotros hasta el final. Esa es la diferencia. Esa es la despedida con permanencia asegurada. ¡Señor, qué lindo es saber y creer en esto! Estás en todo lugar y en todo momento. El cielo está en mi vida no cuando estoy en un lugar en especial, aunque a veces ayuda, sino cuando creo que Jesús está donde yo estoy. Si Jesús es la Cabeza y nosotros su Cuerpo y él está «en el cielo» junto a su Padre, quiere decir que cada uno de nosotros está también de algún modo «en el cielo». Si estamos en el Camino, dijimos alguna vez, ya estamos un poco, por lo menos con el corazón, en el final del Camino porque nuestro corazón quiere ir hacia allá.
El cielo comenzó a estar en la tierra desde que Jesús vino a tocarla, a pisarla, a estar con nosotros y la tierra está «en el cielo» desde que Jesús ascendió y nos llevó a todos con él. ¿Creemos en esto? Él ascendió a los «cielos» para estar a la derecha del Padre, para ser Señor del Cielo y de la Tierra, de todo lo visible y lo invisible. El Padre lo premió por haber hecho su voluntad.
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2023-05-21 04:13:15 Domingo 21 de mayo + Solemnidad de la Ascensión del Señor(A) + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo».

Palabra del Señor.
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2023-05-20 02:39:12
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2023-05-20 02:39:02
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2023-05-20 02:38:44 *Padre Rodrigo Aguilar*
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2023-05-20 02:38:18 Que tengamos un buen sábado y que la bendición de Dios, que es Padre misericordioso, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nuestros corazones y permanezca para siempre.

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p. Rodrigo Aguilar
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2023-05-20 02:38:18 Comentario a Juan 16, 23b-28:

Ya a las puertas de la gran Solemnidad que celebramos mañana: la Ascensión del Señor a los cielos, con la cual nos alegramos del triunfo definitivo de Jesús, el triunfo que también nos incluye a nosotros porque también de alguna manera nos ha llevado al cielo junto con él, escuchamos este maravilloso Evangelio para terminar la semana: «Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se los concederá en mi Nombre».
Jesús es nuestro abogado ante el Padre; Jesús habiendo venido al mundo para estar con nosotros, habiéndonos amado hasta el extremo, habiéndonos abierto su corazón de par en par para que conozcamos el amor del Padre, para que conozcamos la intimidad de Dios, la comunión profunda de amor infinito y eterno entre Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; no solo nos ha compartido ese amor y nos lo ha derramado en nuestros corazones, sino que también nos concede que todo aquello que pidamos en su Nombre, él nos lo dará.
¿Y qué es lo mejor que podemos pedir al Señor en consonancia con lo que venimos meditando en los evangelios de esta semana? «Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta». Lo mejor que podemos pedir en este día es la alegría de saber que él está presente en nuestras vidas; porque la peor tristeza –esa tristeza de la cual nos hablaba Jesús en esta semana–, de la cual les hablaba a sus discípulos anticipándoles que con su ausencia iban a estar tristes, es, en definitiva, la tristeza de no tener a Dios en el corazón. La peor tristeza de nuestras vidas, la peor tristeza de los que conocés que andan por el mundo así, como muertos vivos porque no comprenden para qué viven, o la tristeza de aquellos que tienen todo pero no pueden terminar de encontrar la verdadera felicidad, es la tristeza de no tener a Dios, de no encontrarlo, de buscarlo de mil maneras equivocadas sin poder hallarlo. Es la tristeza del hombre que vive para sí mismo y nada más, que lo único que piensa es en las cosas de la tierra. Es la tristeza del hombre que vive volcado hacia afuera, hacia su trabajo, sus proyectos, sus ambiciones, en definitiva a sus egoísmos, pero no hacia Dios que hace que finalmente nos volquemos hacia los demás, que seamos servidores de los demás. Esa es la peor tristeza de nuestras vidas. Y esa es la tristeza que a veces vos y yo tenemos como enquistada y no nos damos cuenta, y es porque estamos buscando mal; no estamos teniendo a Jesús como Camino, Verdad y Vida, como eje central de nuestras vidas, con un deseo profundo de seguir buscándolo en cada cosa que hacemos.
Por eso lo mejor que podemos pedir en este sábado es que la tristeza que tengamos se convierta en alegría; lo mejor que podemos pedir es que la tristeza se convierta en la certeza de que él está con nosotros, no importa lo que está pasando a nuestro alrededor, no importa pero se supera, la certeza que él nos sostiene y que a pesar de todo él está siempre a nuestro lado, en nosotros. En definitiva, en tener la certeza de que nuestra fe consiste en creer en un Dios vivo y resucitado, que sigue actuando en la vida de cada uno de nosotros. «Pedilo, pedilo, vas a ver y lo vas a recibir». Pidamos lo mejor que puede pedir, lo mejor que puede pedir un cristiano; pidamos cosas que no sean materiales, sino pidamos lo mejor, el amor de Jesús; pidamos experimentar su amor en nosotros, y que ese amor podamos derramarlo hacia los demás. Pidamos el amor de Jesús para aquellos que viven tristes, pidamos lo mejor que se puede pedir...
Ojalá que este fin de semana podamos experimentar todos esa verdadera alegría que proviene de sentir la presencia de un Jesús que está vivo, que sigue actuando con su Espíritu en nosotros, que nos ama, que viene a vivir en nosotros, que nos llena de sus dones, que nos llena de bendiciones, que no nos deja huérfanos. Lo que quiere es que nosotros pongamos de nuestra parte, que no nos victimicemos, sino que, al contrario, nos hagamos víctimas, o sea, nos ofrezcamos por amor a los demás. Que eso es en definitiva ser víctimas y algo muy distinto es hacerse la víctima.
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