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Meditaciones diarias del Hno. Elías

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Los últimos mensajes 5

2023-05-03 23:00:30 4 de mayo de 2023
Jueves de la Cuarta Semana de Pascua
“La actitud de los enviados”

Jn 13,16-20

Después de haber lavado los pies a los discípulos, Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo que no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que lo envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís. No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: ‘El que come mi pan ha alzado contra mí su talón.’ Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy. En verdad, en verdad os digo que quien reciba al que yo envíe me recibe a mí, y quien me recibe a mí recibe al que me ha enviado.”

La palabra que pronuncia el Señor al inicio del evangelio de hoy puede preservarnos de actuar con orgullo y por nuestra propia cuenta. Así como Jesús, siendo el Hijo de Dios, se consideraba a sí mismo como enviado del Padre, resaltándolo una y otra vez, así mismo aquellos que están a su servicio son enviados por Él. Evidentemente el Señor quiere dejarles muy en claro esto a los discípulos, sabiendo muy bien que nosotros, los hombres, corremos el riesgo de olvidarlo y querer hacer las cosas a partir de nuestras propias fuerzas y en nuestro propio nombre.

Esto se relaciona con la tentación originaria del hombre de querer ser como Dios (Gen 3,5), y también con la tentación que hizo sucumbir al ángel caído. Los maravillosos dones de Dios le habían sido dados para el servicio. Lucifer, sin embargo, abusó de ellos, queriendo colocarse al mismo nivel que Aquél que se los había dado. Nosotros, los hombres, podemos caer en este mismo peligro, y la historia humana conoce suficientes casos en que las personas sucumbieron a esta tentación.

Entonces, son dos puntos muy importantes a los que hemos de prestar atención, conforme a las palabras de Jesús: “No es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que lo envía. Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís.”

El primer punto es, como ya hemos dicho, un recordatorio de que estamos al servicio y de que no debemos auto-ensalzarnos. El segundo punto es asimilar que se nos ha confiado una misión, y cobrar consciencia de la gran dignidad de Aquél que nos ha enviado. Esta constatación nos da ánimo en momentos difíciles, al recordarnos que vivimos de la fuerza de Aquél que nos envía. Efectivamente, Dios nos fortalece en todas las situaciones, y así podemos crecer a través de la tarea que se nos ha encomendado. La confianza que Dios deposita en nosotros y la conciencia de la responsabilidad de cara a Él, nos mantienen vigilantes para cumplir nuestra misión y, en la gracia de Dios, también nos darán la perseverancia necesaria para lograrlo.
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2023-05-03 09:37:14 En su última conferencia, el Hno. Elías trata un tema fundamental para una verdadera vida espiritual: la disposición a cambiar:



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2023-05-02 23:00:02
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2023-05-02 23:00:01 Resulta relativamente fácil llegar a alguien que ya se ha puesto en camino en busca de Dios, para darle aquello que ansía. En cambio, es mucho más difícil encontrar a los que se muestran o son indiferentes frente a Dios. Parecería que todo lo que uno diga o haga se hunde en un mar de indiferencia. En estas circunstancias, puede suceder que uno se desanime en el testimonio de la fe.

Pero en este último caso debe activarse de forma especial la fe. ¡Nada de lo que hagamos por la salvación de nuestro prójimo es en vano! Cada oración, cada esfuerzo, cada vencimiento del desánimo o la desesperanza en relación a aquellos por quienes intercedemos ante Dios… Padres que luchan por sus hijos que andan por caminos equivocados; y hoy en día a veces hay que mencionar también a los niños y jóvenes que tienen que ver cómo sus padres van en la dirección equivocada…

En el Reino de Dios, nada de lo que se hace por amor sucede en vano. Y cuando ya no veamos más caminos, confiemos la situación a la Madre de Dios. Ella conoce caminos que nosotros no vemos, para llegar a los corazones de los hombres.

¡Nunca nos dejemos llevar por el desánimo! ¡Hay que combatirlo incluso como una tentación demoníaca!

Tampoco nos dejemos confundir si en la Iglesia decrece el impulso de la evangelización, si el diálogo sirve más para la mediación entre naciones que para la misión, si los esfuerzos ecuménicos no están fundamentados en la verdad plena y se corre el riesgo de relativizar aquella palabra del Señor: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

¡Estamos comprometidos con el encargo del Señor! ¡Él es nuestra orientación! Y si un día tenemos la dicha de llegar a la morada eterna, ojalá Él pueda decirnos: “Entra en la casa del Padre” (cf. Mt 25,34).

Y si el Señor vuelve antes, ¡que nos encuentre trabajando en su viña! ¡Eso le agradará!
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2023-05-02 23:00:00 3 de mayo de 2023
Fiesta de San Felipe y Santiago, apóstoles
“No decaer en la evangelización”

Jn 14,6-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.” Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” Jesús le replica: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.”

“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” ¡Ésta es la palabra decisiva del Señor, en la cual debe orientarse todo!

Por supuesto que es necesario entender correctamente esta frase, porque no significa que toda persona que no haya conocido el mensaje de la salvación y, en consecuencia, tampoco haya tenido un encuentro con Jesús, esté necesariamente condenada. ¡Dios sabrá cómo juzgar cada situación justamente! Pero esto de ningún modo puede reducir nuestro celo; sino más bien acrecentar nuestra gratitud para con Dios.

La seria pregunta que debemos plantearnos es si verdaderamente hemos interiorizado el impulso que trae consigo esta palabra del Señor: Se trata de que al que busca, le señalemos el camino a Jesús; al que pregunta por la verdad, le anunciemos al Señor; y al que tiene sed de vida, le mostremos la fuente.

¿Cómo podremos evitar que decaigan nuestros esfuerzos en pro de la evangelización?

En primer lugar, es importante que profundicemos más y más en el hecho de que la misión es un encargo, y no una cuestión de gustos o una decisión personal. Transmitir la Palabra significa dar vida, porque “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4).

Sin caer en escrúpulos o en una especie de “estrés de evangelización”, debemos estar conscientes de que, en cierto nivel, el anuncio es una medida para salvar vidas. La vida divina ha de despertar, habitar y ser preservada en el hombre. El “despertar” de la vida divina sería, por así decir, la primera evangelización, la siembra de la Palabra, el ir en busca de aquellos que no conocen la vida y están aún en sombra de muerte. Después, para que la vida divina habite en el hombre que la ha hallado, hay que ayudarle a cultivarla para que pueda crecer. Finalmente, preservar la vida divina significa protegerla de todo ataque, tanto de fuera como de dentro, y aferrarse a la fe.
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2023-05-01 23:01:28
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2023-05-01 23:01:27 Frente a todo esto, el Señor nos asegura que nadie podrá arrebatarnos de su mano. Además de asegurarnos su amor, Él añade la certeza de que siempre velará por nosotros, como lo hace un buen pastor con sus ovejas. ¡En esta seguridad podemos movernos, venga lo que venga!

Siempre existe el peligro de que los acontecimientos y experiencias negativas nos impacten demasiado y quieran determinar toda nuestra vida. Sabemos bien hasta qué punto los miedos pueden subyugarnos y atormentarnos: miedo a los acontecimientos reales o imaginarios; o simplemente miedo a un futuro incierto.

El Señor contrarresta todo esto con su afirmación de que el Padre, que es más grande que todos, nos sostiene seguros en sus manos. Él tiene presente todo lo que se dirige contra nosotros –o parece dirigirse contra nosotros–, y es capaz de conducir todas las situaciones de tal manera que sirvan para el bien de sus ovejas (cf. Rom 8,28).

Ciertamente se requiere confianza para creer y aferrarnos a estas palabras suyas. ¡Pero en esta confianza podemos crecer! Una forma de hacerlo sería meditar profundamente estas palabras del Señor, repitiéndolas una y otra vez para que puedan penetrar en nuestro interior. En efecto, la Palabra de Dios tiene la fuerza de obrar, si le damos cabida.

Luego, debemos aplicarlas concretamente en aquellas situaciones en que el miedo y la inseguridad quieran apoderarse de nosotros. Precisamente entonces es importante recordar las palabras del Señor y aferrarnos a ellas. Podemos repetirlas en la mente o pronunciarlas en voz alta y hablar con el Señor sobre el tema... Aunque los sentimientos de temor no desaparezcan enseguida, se le pone un freno al “dinamismo” del miedo y se detiene aquel “tren oscuro del miedo”, que nos lleva cada vez más abajo.

Jesús quiere que nos dirijamos a Él cuando estemos en situaciones difíciles, y que confiemos en su palabra. Recordemos cómo amonestó a sus discípulos cuando tuvieron miedo ante la tormenta en el Lago de Genesaret (cf. Mt 8,23-27).

El Señor quiere que caminemos en la certeza de su amor y de su protección: “En el mundo tendréis tribulación; pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).

Todas estas promesas se cumplen cuando escuchamos su voz y vivimos como ovejas suyas. Entonces, lo conoceremos como el más atento, amoroso y sabio Pastor.
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2023-05-01 23:01:26 2 de mayo de 2023
Martes de la Cuarta Semana de Pascua
“Nadie las arrebatará de mi mano”

Jn 10,22-30

Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.” Jesús les respondió: “Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.”

Una vez más escuchamos a Jesús hablando de las ovejas que le han sido dadas por el Padre. Hemos de prestar mucha atención al énfasis que Jesús pone en que todo lo hace en obediencia al Padre, y que sus obras dan testimonio de Él. Las ovejas le han sido dadas por el Padre, “y el Padre es más grande que todos”.

Si nos fijamos en el Nuevo Testamento, constataremos cuán importante es para el Señor glorificar al Padre y remitirlo todo a Él.

Hoy quiero centrarme en el siguiente aspecto del discurso de Jesús: “Nadie las arrebatará de mi mano”; y: “El Padre que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre”.

Dios conoce perfectamente la necesidad de protección que tenemos en este mundo. Él, más que nadie, ve los peligros que nos rodean. La seguridad más esencial la obtenemos a través de su amor, que nos acepta y está siempre a nuestro favor, permitiéndonos así vivir en verdadera libertad. Siempre y en todo lugar, Dios nos asegura su amor, para que nuestra alma pueda abandonarse del todo en Él y deshacerse de aquella prisión que a menudo la oprime, creyendo que tiene que demostrar, tanto frente a sí misma como frente a los demás, que es digna de ser amada.

Otras inseguridades de nuestra vida se relacionan con peligros que realmente existen: guerras, catástrofes naturales, la violencia en tantos ámbitos de la vida humana... ¡Todos conocemos estos peligros! Además, existen amenazas invisibles, provenientes de espíritus malignos (cf. Ef 6,12-13), y no pocas veces también amenazas de orden psicológico, sea en nosotros mismos o a través de otras personas.
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2023-04-30 23:01:02
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2023-04-30 23:00:43 Jesús habla de forma muy personal con las personas que le escuchaban, haciéndoles notar que se dirige a cada uno en particular. No es que el rebaño sea tan grande que resulte imposible conocer a cada oveja; no es una masa sin alma que sigue robóticamente a su líder. ¡Así no sucede en el Reino de los cielos! Dios se dirige a cada uno personalmente, lo mira y lo llama por su nombre.

Cuando había iniciado mi camino de conversión, me llegó esta palabra del Señor: “Te he llamado por tu nombre; eres mío.” (Is 43,1). Estas palabras me conmovieron profundamente y en aquel momento supe: “Dios me está hablando a mí, me conoce, me llama por mi nombre.”

Eso es lo que hoy dice el Señor: Él conoce a cada uno, y aquellos que escuchan su voz le siguen. Pero ¿cómo podremos distinguir la voz del Señor de tantas otras voces? Evidentemente el Señor prevé que vendrán unos que no son buenos pastores y tienen malas intenciones. Jesús incluso advierte contra estos tales.

Por un lado, hemos de familiarizarnos cada vez más con la voz del Señor a través de la lectura de la Sagrada Escritura. Cada palabra es importante, especialmente el Nuevo Testamento y de forma muy particular los evangelios. Sabemos que la Palabra de Dios no retorna a Él vacía; sino que ejecuta lo que Él le ordena (cf. Is 55,11), siempre y cuando tengamos nuestro corazón abierto y la acojamos en nuestro interior.

Para aprender a reconocer su voz en nuestro interior, también es importante que nos mantengamos en constante diálogo con el Señor y percibamos su guía. Es la intimidad del intercambio de amor a través de la amistad con Jesús, de la confianza… En pocas palabras, es vivir en una relación de “corazón a corazón” con el Señor.

Su voz también resuena a través del auténtico Magisterio de la Iglesia, que es un gran regalo para los fieles.

Además, puede percibirse la voz del Señor en el mundo, o a través de la necesidad de los pobres, que llega a nuestros oídos como un clamor…

También en los acontecimientos de la historia podemos reconocer la voz de Dios, aunque a menudo no con la misma claridad con que la oímos en los otros puntos mencionados.

Tengamos mucho cuidado y no nos dejemos confundir, para que no caigamos en manos de ladrones y salteadores. Estos tales no buscan lo que Dios quiere, sino que persiguen sus propios intereses.
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